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Trump enfrió en un año la relación con Canadá

(Foto: AP)

OTTAWA. En su primer año como presidente de Estados Unidos Donald Trump ha manejado un doble discurso hacia Ottawa en donde por un lado recibió cordialmente al primer ministro Justin Trudeau dos veces en la Casa Blanca y, por otro, recrudeció la relación comercial con elevados aranceles a las importaciones de madera, aviones y papel canadienses.

Tradicionalmente cada nuevo presidente de Estados Unidos, por cortesía, visita Canadá como primer viaje al extranjero. Trump rompió con esta tradición y hasta ahora no ha pisado suelo canadiense, en su lugar prefirió a Arabia Saudita para realizar su primer viaje al extranjero como nuevo mandatario.

Al recibir a Trudeau en la Casa Blanca el 13 de febrero le dio un caluroso recibimiento, se refirió a su padre el ex primer ministro de Canadá, Pierre Elliot Trudeau, como “un hombre al que conocí y respeto grandemente” y en relación a la renegociación del TLCAN dijo que para el caso de Canadá sólo haría “pequeños ajustes”.

Sin embargo, durante el año arremetió duramente contra las importaciones canadienses argumentando que industrias como la maderera, el sector aeroespacial y, más recientemente, el papel reciben subsidio gubernamental que les permite competir en el mercado internacional a menor precio afectando a las industrias estadounidenses.

Primero impuso aranceles compensatorios y antidumping de 20.23 por ciento a las importaciones de madera canadiense para construcción, después arremetió contra las exportaciones canadienses de aviones de Bombardier.

En septiembre, un día antes de concluir la tercera ronda de renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en Ottawa, Estados Unidos anunció que impondrá un arancel de 219 por ciento a la importación de aviones C Series de Bombardier al considerar que esta producción era subsidiada.

Este arancel subió a 292 por ciento, según informó el Departamento de Comercio estadounidense el 20 de diciembre.

Ottawa y Washington concluyeron 2017 con una de sus peores crisis comerciales, cuyas querellas han llegado a los tribunales del TLCAN y de la Organización Mundial del Comercio.

En los primeros días de este año la administración Trump, que sigue acusando a las industrias canadienses de las pérdidas en las industrias estadounidenses, en sectores como lácteos y energéticos, anunció la imposición de tarifas preliminares de 9.93 por ciento a la importación de papel minado utilizado en la impresión de periódicos.

Además de rechazar en su momento las “injustificables y preocupantes” tarifas arancelarias contra los productos canadienses, Ottawa aseguró que seguirá defendiendo sus industrias y llevando estos asuntos a los tribulares comerciales internacionales.

Adicionalmente, desde la segunda mitad del año pasado y en lo que va de este nuevo año, funcionarios de alto nivel, gobernadores y legisladores canadienses han realizado constantes giras de trabajo a Estados Unidos donde se han reunido con políticos, empresarios, inversionistas, académicos para seguir abogando por mantener el TLCAN, entre Canadá, Estados Unidos y México, que Trump amenaza con cancelar.

En opinión del profesor de Ciencia Política en la Universidad de Toronto, Ryan Hurl, Trump ha demostrado que tiene “limitada experiencia política”, que ha sido profundamente “polarizado” y ha sido “incapaz” de unir a su partido.

Estados Unidos y Canadá comparten la más grande frontera del mundo por la que diariamente atraviesan 400 mil personas y 2.4 mil millones de dólares en bienes y servicios.

El comercio bilateral fue valuado por el gobierno canadiense en 882 mil millones de dólares en 2016, mientras que 35 estados de la Unión Americana tienen a Canadá como su principal socio comercial.

En repetidas ocasiones la canciller canadiense Chrystia Freeland, quien encabeza al equipo negociador de su país para el tratado trilateral y que tendrá en Montreal su sexta ronda a finales de este mes, ha dicho que los “injustificados” aranceles impuestos o anunciados por el gobierno de Trump afectarán no sólo a canadienses, sino a los estadounidenses.

En su segundo encuentro en la Casa Blanca el 10 de octubre, antes de la primera visita oficial de Trudeau a México, el primer ministro insistió en las ventajas del TLCAN, un acuerdo que ha triplicado el comercio entre los tres países desde 1993 y que alcanza ahora el trillón de dólares, según cifras del Ministerio de Comercio Internacional de Canadá.

De nueva cuenta, Trump se refirió a Trudeau como “un buen primer ministro”, pero ha seguido su política proteccionista hacia las exportaciones canadienses, que ahora enfrentan elevados aranceles y derechos compensatorios. El 70 por ciento de las exportaciones canadienses va a Estados Unidos.

Hace una semana, cuando parecía inminente la salida de Estados Unidos del TLCAN, Ottawa respondió con un “estamos listos”, pero la amenaza pareció desvanecerse cuando Trump declaró que sería flexible con los tiempos de la renegociación del tratado, que podrían extenderse hasta después de las elecciones presidenciales de México del 1 de julio.

Al cumplirse un año del gobierno de Trump “los canadienses ahora están alertas al hecho de que el TLCAN no ha sido una bendición absoluta para muchos estadounidenses”, agregó el académico de la Universidad de Toronto.

En junio Donald Trump pisará por primera vez suelo canadiense, en calidad de mandatario, al unirse a los otros seis jefes de gobierno que sostendrán la cumbre del Grupo de los Siete (G-7), en la remota región de Charlevoix, Quebec, en medio de extremas medidas de seguridad y tensión ante la amenaza nuclear norcoreana.

FV/I