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Miguel Ángel, el candidato del PAN

Si nadie más se atraviesa en el camino y el Comité Ejecutivo Nacional no le da el tiro de gracia, todo parece indicar que el dirigente estatal del PAN, Miguel Ángel Martínez Espinoza, será el candidato a la gubernatura.

A lo largo de estos meses varios nombres han sido puestos en la mesa principal del comité estatal panista y ninguno ha logrado consolidarse como el abanderado de Acción Nacional al gobierno del estado. Unos, la mayoría externos, porque han declinado la invitación; otros, varios internos, porque no han dado el ancho y despiertan la sospecha –por débiles- que su postulación obedece a una rendición adelantada en la elección.

Por eso cada vez son más las voces panistas que se pronuncian por Miguel Ángel Martínez Espinoza, a quien consideran que en su calidad de dirigente –ex si se convierte en candidato- y su convencida oposición al matrimonio que la dirigencia nacional obligó al panismo jalisciense a contraer con el partido alfarista Movimiento Ciudadano y el PRD en diputaciones locales y alcaldías, puede dar una lucha más digna en defensa de la doctrina y los principios del blanquiazul.

Martínez Espinoza siempre, y hasta el final, estuvo convencido de que su dirigente nacional, Ricardo Anaya Castro, haría honor a su palabra y la cumpliría al respetar la decisión de la militancia de Jalisco de no hacer alianza con ningún otro partido y contender solos en los comicios de julio próximo, como en varias ocasiones lo declaró públicamente ante los propios panistas.

Pero Anaya los traicionó y terminó entregándose al alfarismo, obligado por éste ante la amenaza de salirse del frente nacional si no concretaba la alianza estatal, lo que para el virtual candidato presidencial le significaba la pérdida de un gran número de votos para su aspiración de llegar a Los Pinos.

Incluso, a diferencia de Ricardo Anaya, Miguel Ángel Martínez tuvo la dignidad de no prestarse al juego alfarista y no asistió al evento político con motivo del segundo informe de gobierno de Enrique Alfaro celebrado en la Expo Guadalajara, al que sí asistió el primero y en donde volvió a burlarse de los panistas jaliscienses al declarar ahí que ellos decidirían si iban o no en alianza.

Martínez Espinoza fue por Anaya al aeropuerto y lo acompañó hasta la puerta del recinto ferial, pero no ingresó. Decidió irse a atender sus asuntos personales.

Ahora Miguel Ángel Martínez está en la antesala de convertirse en el candidato del PAN a la gubernatura, con el serio reto de reposicionar al partido que hoy dirige en un mejor lugar que el que actualmente tiene, aunque no me extrañaría que fuera objeto del fuego amigo por parte de quienes buscan satisfacer sus propios intereses –y no los de la militancia y su partido-, administrando la derrota, haciendo acuerdos bajo la mesa con los adversarios, apostándole a que les va mejor si gana el contrincante antes que ofrecer una lucha política digna.

De ser el abanderado a la gubernatura –que casi es un hecho-, Miguel Ángel Martínez tendrá la oportunidad de demostrarles a sus correligionarios, a los simpatizantes panistas y a la ciudadanía en general, aún a aquellos que apoyan a otros partidos y candidatos, que su oposición a una alianza con el alfarismo –a la que no pocos de sus compañeros de partido le apostaban- no era mero discurso y pose ante los medios de comunicación.

Es muy remota una victoria del PAN por la gubernatura, pero ser el candidato le permitirá a Martínez Espinoza sacarse la espina de haber sido obligado a firmar una alianza con la que nunca estuvo de acuerdo y exigirle al militante panista a que salga a votar a favor de su partido.

Ser candidato a la gubernatura es la oportunidad que tiene Miguel Ángel Martínez de hacer un papel digno como oposición. Y si no, al tiempo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

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JJ/I