Alumno indisciplinado

En la escuela hay maestros que no pueden controlar los grupos escolares, mientras que otros docentes son capaces de dominar los más difíciles escenarios. Un discípulo debe ser disciplinado, seguir las reglas para avanzar en su formación personal, como se siguen reglas viales, reglas sociales y hasta reglas para divertirse a través del deporte y el juego. Únicamente siguiendo reglas que benefician a la comunidad y la sociedad, se llegará a la armonía y el orden; para ello debe existir una subordinación en el grupo de clases. Sin subordinación, no hay respeto, orden, armonía y menos una disciplina vista como un convencimiento de seguir las normas para un beneficio propio o común, antes que una imposición. El problema radica que, en nuestra actual sociedad, los reglamentos del sistema educativo obsequian la aprobación escolar y la no suspensión, promueven la tolerancia a las groserías y las faltas de respeto hacia compañeros y maestros. Los abusos debido a un proteccionismo de parte de los Derechos Humanos, han puesto de cabeza las jerarquías en el interior de las escuelas. Algunas instituciones son cuevas de vándalos, delincuentes, patanes y mequetrefes que se traduce en jóvenes ignorantes, groseros,  libertinos, entrometidos, y sin actividades productivas. Basta visitar preparatorias y secundarias para observar los muros grafiteados, el mobiliario destrozado y una presencia estudiantil desalentadora. Me cuestiono sobre el momento en que dejamos que la educación se volviera ingobernable ahora que se habla tanto de gobernanza de la escuela en el nuevo modelo educativo.

Hay algunos héroes, éstos maestros que todos recordamos, que bastaba su presencia para que todo el grupo, aún los más vándalos se volvieran disciplinados y rectos en su actuar. No eran hombres rudos sino por el contrario, nobles y convincentes, capaces de motivar, entusiasmar, cautivar con su clase de persona y su clase en el aula. Estoy convencido que los alumnos miden al maestro, no rechazan la disciplina sino a quien trata de disciplinarlo por la fuerza. Disciplina viene de discere que es el deseo por aprender y ese deseo llegará, hoy más que nunca, cuando logremos despertar el interés en los jóvenes que, si antes creían saberlo todo, hoy aventajan a los adultos en el manejo de los Gadgets, el internet, la nube, la tecnología que los pone más cerca del conocimiento que el mismo profesor. El maestro debe motivar al aprendizaje antes que enseñar lo poco que sabe, debe ser significativo lo que ponga en el programa, pragmático, productivo. Debe saber despertar el interés a través de la mayéutica de Sócrates, de valiosas preguntas, situaciones problematizadoras, anécdotas e historias que motiven. Debe hacer que cada aula sea bulliciosa al innovar, crear y participar y no pretender aquellas clases mudas donde copiar era la didáctica. El gobierno y los directores debieran exigir que los docentes aprendieran el arte de la disciplina es decir despertar el deseo del discente por descubrir. Los maestros debemos dejar de ser analfabetas en el manejo de las emociones y las motivaciones de los alumnos; sería incongruente que mientras el nuevo modelo educativo promueve como nunca antes la educación emocional entre los alumnos, los adultos profesionistas en educar, no lográramos la empatía con los jóvenes. La disciplina es el sartén donde se cocina la educación, sin disciplina no hay educación y por lo tanto debiera ser preocupante para las autoridades educativas ver el estado de las escuelas, el mobiliario y el equipamiento que se entrega nuevo y al poco tiempo da pena e ignominia ver como se degrada, reflejo de una falta de liderazgo e incompetencia de sus directores y maestros. Recuerdo mi escuela de niño; los pupitres, las máquinas de escribir y el laboratorio habían sido testigos de muchas generaciones. Era el reflejo de la disciplina que hoy agradezco a mis buenos profesores y que ha sido la base del progreso personal. Disciplina es constancia, esfuerzo, orden, estructura, respeto y deseo por la superación.

@Saucedodlallata

JJ/I