INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

¿Justicia?

La mayoría de nuestras discusiones nacen cuando dos supuestos de justicia divergen entre sí. Siendo más concretos la justicia es uno de los pilares sobre los cuales se sostiene el cauce de la humanidad; sin embargo, su comprensión se remite a abstracciones idealizadas en determinado tiempo y espacio. Pese a ser tan inconstante en su aplicación y entendimiento se sigue recurriendo a ella para determinar el futuro tanto de individuos como naciones.

Menos de 10 años han transcurrido de aquel día soleado en el que el Financial Times nombrara a Luiz Inácio Lula da Silva como “el personaje de la década”. Hoy es imposible ver el Sol, la sala donde es juzgado imposibilita contemplación de los rayos de luz que se asoman entre las nubes. Sin pruebas contundentes, la Sala 8 del Tribunal Regional Federal de la 4 Región (TRF4) de la ciudad de Porto Alegre mantuvo la condena al “personaje de la década” por corrupción pasiva y lavado de dinero. Además la condena, exacerbada a mi parecer, fue ampliada de nueve años a 12 y un mes.

Brasil se ha convertido en un Estado policiaco, aunque no rechazo el ejercicio de la ley, el caso de Lula se tiene que leer desde un plano político y no desde la fangosa “neutralidad” que prometen los tribunales. Lo que sucede en el gigante sudamericano no es una lucha contra la corrupción, sino un atropello a la izquierda. Sin caer en inclinaciones políticas, que son siempre necesarias en la tarea de politizar a la sociedad, es preciso cuestionar un poco a la tan aclamada justicia.

En primer lugar me pregunto: ¿Es un tribunal el espacio indicado para determinar la justicia? Es decir. ¿Bastan tres individuos uniformados detrás de una mesa para decretar un acto de corrupción sin pruebas concretas? Además, el juicio proviene de la interpretación de normas y consensos guiados y diseñados por y para la élite. En términos simples tendríamos que asumir que una bata negra puesta en individuos con inclinaciones políticas evidentes es lo único que nos garantiza neutralidad y justicia ante la ley.

En mi opinión existe demasiada oscuridad en la claridad que manifiestan los jueces. No descarto que el ex presidente y actual líder del Partido de los Trabajadores sea culpable; no obstante, ante la falta de pruebas y la coincidencia de los tiempos políticos es imposible no pensar en que la sentencia es un movimiento de la oposición para mantener a Lula lejos de la boleta en 2018. 

Desde un pedestal de anhelo escribo y concluyo: espero que regresen los días soleados a las calles Brasil y para ello se requiere de la reactivación del pensamiento crítico. Desde ahí se podrán superar las trampas ideológicas y teóricas. Es necesario cuestionar y reformular, incluso a la justicia misma. La despolitización y el apoliticismo son las armas con las que seres recalcitrantes desgarran día con día el tejido social, y no sólo en Brasil, la epidemia corre por toda América Latina.

[email protected]

JJ/I