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Los 'gasolinazos': ¿la historia sin fin?

En diciembre de 2016, los precios de las gasolinas eran de 13.98 pesos la Magna, 14.81 el diésel y 14.63 la Premium. Al día de ayer, el precio de la Magna rondaba los 17.90 pesos, aunque con grandes diferencias entre gasolineras (por ejemplo, en Zapopan, desde los 16.87 hasta los 18.11. El diésel se sitúa en alrededor de los 18.50 y la Premium oscila en torno a los 19.55, aunque llega a venderse en 19.76.

Jalisco es el estado dónde más cara se vende la gasolina, especialmente en Zapopan. Considerando los valores promedio, el aumento de precios de las gasolinas en el Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), desde diciembre de 2016, han sido de 28% la Magna, 25% el diésel y 34% la Premium.

Lo anterior no es sólo efecto de los gasolinazos de inicios de 2017, sino también de incrementos más recientes y menos discutidos. El precio más elevado a inicios de enero de este año en la ZMG fue de 17.22 la Magna, de 17.34 el diésel y de 19.08 la Premium, por lo que en apenas un mes llevamos incrementos que alcanzan (según las gasolineras) desde 3.6% la Premium, 5% la Magna y 6.7% el diésel. En otras palabras, la gasolina ha subido más en un mes que las metas de inflación del Banco de México para todo el año, o que el incremento promedio de los salarios durante 2017.

Las autoridades podrán hablar de los abusos de los gasolineros y éstos últimos de los incrementos de precio provenientes del abasto de Pemex, quien a su vez refiere los incrementos en los precios internacionales, en una argumentación similar a la que interpretara Celia Cruz: “Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pego a Muchilanga” y Muchilanga le pego a Burundanga.

Conforme a las ponderaciones de los índices de precios de México, los combustibles representan 4.24% del consumo y 10.4% de los gastos de insumos para la producción. La gasolina Magna es el tercer producto con más peso en la canasta del Índice Nacional de Precios al Consumidor. Los aumentos constantes que estamos presenciando de las gasolinas y del gas hacen inviable la meta de inflación inferior a 4% para 2018, lo que a su vez se traducirá en una nueva pérdida en el poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores para el presente año.

Paradójicamente, el incremento en los precios no se traduce en una mejora financiera de Pemex, quien emite deuda a tasas de hasta 8% anual en dólares y cuenta con una deuda de más de 100 mil millones de dólares (si solo esta empresa fuese un país, sería de las más endeudadas de mundo).

Además, las reservas privadas de petróleo tienden a agotarse, la producción está en mínimo históricos desde inicios de los años ochenta, la capacidad de refinación es de apenas 20% de la gasolina que consumimos y las capacidades de almacenaje de gasolina son ínfimas, por lo que requerimos día tras día de la llegada masiva de embarques importados para que la economía y el país puedan seguir operando.

Por si fuese poco, esto no es resultado de una baja productividad de los trabajadores de Pemex ni del sector petrolero nacional, sino del haberse ordeñado financieramente a la empresa durante tres décadas y media, para financiar el gasto corriente gubernamental y disponer del flujo de dólares obtenidos por la exportación de petróleo, para disponer de cuanta mercancía importada requiriéramos, sin invertir los mínimo necesario ya no digamos en tecnología propia y adecuada (comenzando por la construcción de refinerías), sino por el simple mantenimiento de la infraestructura existente.

A ello cabe agregar las corruptelas tanto de altos directivos como de líderes sindicales de Pemex, como en el caso Odebrecht. La privatización del sector petrolero, como estocada final, implica dejar lo que sea rentable en favor de grandes corporativos trasnacionales y un mayor abandono de los intereses nacionales.

¡Qué gran éxito ha sido la reforma energética!

JJ/I