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El camino feliz del teatro independiente

De todo. El actor se ha desempeñado en todo tipo de género escénico, desde el clásico hasta el costumbrista y el de vanguardia. (Foto: Grisel Pajarito)

En sus muy diversos roles, el actor aguascalentense Eduardo Villalpando ha conseguido encontrar un camino feliz a través del teatro independiente, haciendo los papeles que le dejen una enseñanza más allá de la técnica.

Después de años de trabajar hoy en su papel de director y también como gestor de su propio espacio –el Taller de Villalpando–, sabe que el momento de cosechar lo sembrado con trabajo arduo es también un momento de dicha.

NTR. ¿Cómo comenzó su inquietud por las artes?

Eduardo Villalpando (EV). Nací en Aguascalientes, pero muy pronto salimos de ahí, vivimos en zonas donde la oferta cultural no era poca, era absolutamente nula, pero teníamos la ocasión de que en las vacaciones nos pasábamos todo el verano en Aguascalientes, donde tenía la posibilidad de acceder a teatro, a libros… mi primer contacto con las artes fue a través de la lectura de los clásicos infantiles como Tom Sawyer, La isla del tesoro y esas cosas. El germen del teatro nació de que me gustaba jugar a representar lo que leía.

NTR. ¿Cómo se acercó por primera vez en el escenario?

EV. Cuando vine a Guadalajara a estudiar el bachillerato, en la Prepa 2 mi hermano había entrado al taller de teatro al que también ingresé en cuanto empezaron las clases, ahí empezó todo. Cuando tienes esa edad lo único que sientes es gusto, no te pones a pensar en por qué te gusta o no, sólo sientes el placer y las ganas de hacerlo y no te cuestionas más. De hecho no me lo cuestionaba ni como forma de vida, era algo que quería hacer y punto. Estudié algunas cosas y me plantee trabajar con otras, pero a lo único que no abandoné nunca fue al teatro, hasta que se va haciendo tu forma de vida y empiezas a cuestionarte si realmente se puede vivir de eso, hasta que me vi viviendo de esto.

NTR. ¿Recuerda el primer papel que marcaría un antes y un después?

EV. Empecé en el taller a ayudar en lo que podía, pero asistía a todos los ensayos, así que me aprendí todos los papeles, tenía muy buena memoria, era una obra llamada El alfarero de Héctor Azar. Recuerdo que en la segunda función uno de los actores no llegó y yo me aventé el papel sin haber ensayado, y ese fue el principio. Luego hice trabajos fuera de la preparatoria, el primero de ellos fue una obra de Jean Paul Sartre: Un muerto sin sepultura. Ahí empecé a trabajar con muchos de los directores de la ciudad.

NTR. ¿Cuáles han sido sus papeles más queridos?

EV. Hice un estelar en el Teatro Degollado a los 17 años, un Don Juan Tenorio. Luego fui haciendo muchos papeles, por ejemplo trabajar con Félix Vargas fue una experiencia muy buena, empecé a hacer teatro con mucha más forma y con una actividad más seria. Hice el estelar en La mandrágora de Maquiavelo; en El animador, de Rodolfo Santana; en Arte, de Yasmina Reza, el papel de Salieri en Amadeus, en el Degollado. Casi todo lo que he hecho me ha gustado mucho y aprendes a encontrarle sentido a muchas cosas.

NTR. ¿Alguno de ellos sería crucial para su camino?

EV. Suena a lugar común, pero aprendes que no hay papel pequeño, porque yo no hago papeles en los que no haya algo que le pueda sacar, no importa cuál sea la extensión, si es grande o pequeño, son personajes que me gustan. En Viaje de tres hago un papel pequeño, pero que me encanta, es muy hermoso. Hay papeles que recuerdas con más cariño que otros, pero siempre hay algo que descubrir, incluso con el teatro de títeres.

NTR. ¿Cuándo decidió que esto sería a lo que se dedicaría para siempre?

EV. Cuando decidí que el teatro era mi vida aunque no pudiera vivir de él fue como a los 22 ó 23 años, durante un tiempo intenté vivir nada más de eso y dejé todos mis trabajos. Duré como dos o tres años, pero no surgió, me quedó claro que aunque buscara un trabajo decente o Godín me iba a seguir dedicando al teatro. Fue algo curioso porque en el momento en que decidí eso surgió la oportunidad de trabajar de lleno en la Secretaría de Educación haciendo teatro. La vida me enseñó que es en el momento en que dejas de buscar y después de haber trabajado tanto cuando surgen las cosas.

“Una de las ventajas de hacer teatro independiente es que rara vez haces algo que no quieras hacer, no es trabajar por trabajar, tienes la libertad de rechazar papeles”
Eduardo Villalpando, actor y director

FV/I