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La falsa publicidad verde del etanol

La semana pasada ya platicábamos sobre lo que es el etanol y el incremento en su consumo en la ciudad a raíz del alza constante al precio de la gasolina, además de los impactos ambientales que ya se han reportado en otros lugares donde se utiliza relacionados directamente con un incremento en la generación de ozono, este gas secundario que se forma por los óxidos de nitrógeno que arrojan los autos al someterse a la radiación solar.

A pesar de esto, los negocios que expenden el producto, y que se han instalado en varios puntos de la Zona Metropolitana de Guadalajara para venderlo de forma exclusiva, se han multiplicado de un momento a otro con enormes cantidades de etanol de origen y calidad incierta.

Lo peor del caso es que los negocios promuevan el uso del etanol con “green washing”, esta práctica que a partir de los años 90 se empezó a utilizar en Estados Unidos para denominar a la mercadotecnia de productos supuestamente amigables con el medio ambiente, pero que en realidad son voraces y ajenos a esta condición.

En el caso de los negocios que venden el etanol, se anuncian como “aditivo 100 por ciento ecológico y renovable” en grandes letras verdes; justo aquí está la trampa. ¿Verdaderamente el etanol, que ni siquiera especifica de qué cultivo proviene y asumimos que de la caña de azúcar, es ecológico o de bajo impacto ambiental? Veamos algunas implicaciones.

En primer lugar, la gasolina que se vende en México tiene de por sí más de 100 compuestos contaminantes de los cuales bastantes, como el MTBE, no se usan en otros países por su efecto en la atmósfera y la salud pública, pero aquí sí los usamos y quemamos todos los días en los tanques de nuestros autos.

Si además de todos estos compuestos dañinos, le sumamos el etanol –de incierta calidad, insisto-, lo que hacemos es un coctel de contaminantes con un impacto directamente sobre la calidad del aire al favorecer una mayor generación de ozono, un gas agresivo con las vías respiratorias principalmente de los más pequeños. Y lo peor, ¿cuánto le agregan los clientes? Lo que recomiende el vendedor, quien anuncia que todos los autos pueden usarlo y hasta en 80 por ciento del tanque, según las características del motor.

Lo que tenemos es un descontrol sobre un producto que nadie está vigilando en composición ni en venta, cada quien le agrega etanol a su auto según su bolsillo y según los consejos de quien hace el negocio. ¿Cuánto más está contaminando un vehículo que le agrega 30 por ciento de este combustible a su tanque? El vendedor no se lo va a responder, o le dirá que nada y es falso.

Eso en cuanto a la quema propiamente del etanol, pero ¿qué hay de su producción? Un estudio que hicieron investigadores de la UNAM en Tamazula de Gordiano, Jalisco (donde hay un gran ingenio azucarero), midió la huella hídrica de la caña de azúcar 2010-2011. Además de medir el gasto de agua de la producción, hizo un modelaje matemático para estimar el consumo necesario para producir también etanol.

El resultado fue que la huella hídrica de este proceso compromete 40 por ciento del agua disponible en el municipio, con tendencia a subir hasta 30 por ciento más con escenarios graves de cambio climático en el 2030. Terminaron por no recomendar su producción en esta región hidrológica.

Por este tipo de implicaciones graves en el agua y suelo, países de primer mundo ya se están moviendo no con este tipo de biomasa sino con productos de desecho, particularmente aceite vegetal y animal quemado, a partir de estos hacen biocombustibles.

Aguas con los engaños de lo etiquetado como “verde”, en particular lo relacionado con los energéticos.

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