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¿Marcas o candidaturas?

Esquema. Los partidos trata de atraer la atención y proyectar las expectativas de gobierno y de representación ciudadana mediante personas y no a través de plataformas políticas. (Foto: Cuartoscuro)

El proceso electoral mexicano ha entrado en una fase interesante que se ha denominado el periodo de intercampañas y que plantea, en términos generales, la restricción de la propaganda política de los candidatos y de los partidos. El periodo inició el 12 de febrero y concluirá el 29 de marzo.

La fase de intercampañas generará condiciones, no solamente para los partidos, sino para la ciudadanía en general, de analizar las plataformas de acción que han presentado los candidatos en este barroco sistema en el que se generaron precampañas para decidir qué aspirantes tenían las cualidades suficientes para encabezar las fórmulas que propondrán los diferentes partidos para los 793 puestos de elección federal, estatal y municipal, a refrendar el 1 de julio en el que los votantes tendremos que analizar cada uno de esos escenarios y, dependiendo de la información de que dispongamos, emitir un voto.

Se estima que los electores deberemos presenciar alrededor de 55.6 millones de spots en radio y televisión para la promoción, por una parte, de los partidos políticos, pero también de difusión de las autoridades electorales.

Esta abrumadora cifra de mensajes publicitarios plantea uno de los escenarios difíciles de la comunicación política desarrollada por el sistema electoral mexicano, en donde se evidencia una compleja situación en la que las plataformas políticas y la disertación ideológica abren paso a un esquema sintético y sin contexto, como lo son los spots publicitarios que sustituyen al diálogo y desarrollo del contenido de los esquemas programáticos de los partidos.

En anteriores procesos electorales, para el elector había referencias de información respecto de las plataformas que los partidos proponían en las diferentes candidaturas y que ofrecían de manera relativamente clara la composición ideológica que los institutos políticos planteaban para presentar el esquema de funcionamiento en las potenciales políticas de gestión y gobierno y, por las cuales, un ciudadano tenía la claridad de saber por cuál opción emitir su voto. De esta forma, una línea ideológica de derecha, de centro o de izquierda, proporcionaban elementos claros para la emisión de su voto.

En los procesos electorales más recientes se han conformado diferentes tipos de alianzas y coaliciones con la intención de lograr, en la mayoría de los casos, en situaciones regionales, frentes electorales con la intención de cambiar el color político hegemónico regional por una propuesta, estrictamente electoral, diferente de la que ejercía el poder.

Estos ejercicios se convirtieron en un esquema partidista de negociación y distribución de zonas de poder e influencia en las diferentes regiones. No se conocen casos en los que los ciudadanos hubiesen tenido algún tipo directo de participación con lo que la distancia entre la ciudadanía y los partidos se ensanchó en márgenes amplios y complejos, cuyo control y organización han dependido exclusivamente de los partidos.

En los esquemas actuales, brotes de crisis y expresiones de inconformidad no ciudadanas, sino de los partidos por la forma en la que se han confeccionado las alianzas y coaliciones, han generado un clima de tensión interno de las estructuras generadas por las asociaciones de partidos.

Así tenemos un esquema como  la coalición Por México al Frente de los partidos Acción Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadadno (MC) que, encabeza el panista Ricardo Anaya Cortés. Compleja situación deberán experimentar, por una parte, los miembros de esos diferentes partidos para encontrar la adecuación ideológica representada, fundamentalmente, por dos institutos políticos que en su historia carecen de puntos de auténtica convergencia.

Para complejizar el problema, los votantes tradicionales del PAN y PRD se confrontarán con una dimensión abstracta que los partidos, paradójicamente, de manera pragmática, han acordado pactos de acción meramente electoral pero, sin profundizar en las líneas de empatía con los electores fieles no a la coalición, sino a la historia de los partidos en los que han encontrado concordancia con sus formas de entender la participación ciudadana apoyando a un partido.

Por otra parte y, repitiendo el mismo esquema descrito, José Antonio Meade, encabeza la coalición de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza: Todos por México. Coalición que ahora mismo enfrenta una crisis con los miembros del Verde en Chiapas al estar en desacuerdo con la imposición del candidato regional para la gubernatura.

Y, finalmente, Andrés Manuel López Obrador, por Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los partidos del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) en la coalición Juntos Haremos Historia.

Nuevo esquema

Los desequilibrios entre los partidos plantean dudas considerables respecto del hecho de que, la caída de un candidato repercute en el fracaso de tres partidos. Los partidos han desarrollado un esquema de información con los ciudadanos que está fundamentalmente sustentado en la colocación de una marca que, en este caso, se dirige a que el electorado ubique a un candidato. No de sus plataformas de acción, del sustento del partido sino de la ubicación de la persona en quien se trata de atraer la atención y proyectar las expectativas de gobierno y de representación ciudadana.

Para este proceso electoral de 2018 se trata de un escenario en el que podrían participar más de 85 millones 953 mil 712 personas. De este conjunto de electores, 14 millones de jóvenes votarán por primera ocasión en la próxima elección y, dicho grupo representa casi una quinta parte del electorado (17 por ciento).

Este periodo de intercampañas constituye un momento muy intenso que implica condiciones de reflexión y análisis. Aún no hemos comenzado la fase de campañas y la avalancha de segmentos publicitarios tienen impacto. Se requiere esa ampliación de reflexión ciudadana para afrontar el complejo esquema publicitario y poder obtener elementos de peso para la decisión del electorado que ve en la inseguridad, la impunidad y la corrupción, los primeros aspectos en los que ningún color partidista ha dado muestras claras y contundentes de satisfacción de esas demandas sociales.

Observados

  • -Durante el periodo de intercampañas, los partidos políticos no podrán promocionar el voto
  • -Sólo transmitirán mensajes genéricos con contenido institucional
  • -Los precandidatos están en su derecho de asistir a entrevistas o eventos, pero deberán evitar los llamados directos al voto

2,205 Promocionales se transmitirán durante las intercampañas
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*Jefe del Departamento de Estudios Políticos

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades

[email protected]

 

JJ/I