Compromete etanol a suelo, agua y aire

Si México se dispusiera a producir sólo 30 por ciento del etanol que demandará el país en 2030 con la legislación actual, que permite su uso hasta en 10 por ciento de la gasolina a excepción de la distribuida en Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México, se necesitarían 250 mil hectáreas de suelo para cultivar caña de azúcar, de la cual se obtiene el combustible, territorio equivalente a ocho veces el bosque La Primavera.

Así lo detalla un estudio publicado por Gabriel Quadri de la Torre, quien fuera candidato presidencial en 2012 y actualmente funge como director de la consultora Sistemas Integrales de Gestión Ambiental y Sigea Carbon, denominado Impactos previsibles del uso de etanol en las gasolinas en México, donde hace un balance del costo-beneficio de haber permitido, a partir de julio, que se incremente la oxigenación de gasolina con etanol de 5 a 10 por ciento en el interior del país.

Concluye que a lo largo de todo el proceso productivo la huella de carbono es más alta que la de la gasolina, pues implica dispersión de agroquímicos, uso de suelo que actualmente es forestal, alta demanda de agua y emisiones.

“Hacia 2030, para oxigenar con etanol a 10 por ciento de las gasolinas consumidas en el país, exceptuando la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, se requerirían 4 mil 60 millones de litros anuales. En este escenario, suponiendo la producción nacional de al menos 30 por ciento de lo requerido (70 por ciento de importaciones), se producirían en el país mil 218 millones de litros anuales de etanol, lo que significaría ampliar la frontera agrícola en casi 250 mil hectáreas sobre áreas forestales o en proceso de conservación o restauración ecológica”, indica el estudio.

“La producción de etanol es un factor que presiona al alza el precio de los alimentos que compiten por el uso de la tierra, esto afecta a los que menos tienen. Por otro lado, la cantidad de tierra susceptible de uso agrícola es finita y limitada. Las nuevas tierras incorporadas a la producción mecanizada de caña de azúcar necesariamente desplazarían a otros cultivos, a ecosistemas tropicales en equilibrio o en diversas etapas de sucesión ecológica, no sería fácil justificar una nueva demanda y factor de competencia por la tierra ante disponibilidades cada vez menores per cápita de tierra agrícola y agua para México”.

Además, el documento señala que detonar este mercado en México implicaría dispersión de agroquímicos, un alto consumo de agua y de emisiones durante y después de su procesamiento que vuelven al etanol un producto con un balance de carbono negativo, es decir, que implicará mayor emisión de gases por pérdida de cobertura vegetal y combustión de la que se busca disminuir con su uso.

“Esta deuda de carbono del etanol y otros biocombustibles puede llevar hasta 250 años para ser solventada o pagada”, señala. “Téngase en cuenta, por otro lado, que la propia combustión del etanol es causante de mayores emisiones de óxidos de nitrógeno, lo cual amplifica el potencial de generación de ozono de los combustibles mezclados con el etanol. Es causante de mayores niveles de contaminación, con un fuerte impacto sobre la salud humana, la flora y la fauna”.

El Congreso de Jalisco presentó una iniciativa ante la Comisión Reguladora de Energía para reformar la Norma Oficial Mexicana 016 CRE y permitir la oxigenación de la gasolina con etanol, pese a que varios estudios no dan un balance positivo; la propuesta se encuentra en análisis.

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“La producción de etanol es un factor que presiona al alza el precio de los alimentos que compiten por el uso de la tierra, esto afecta a los que menos tienen”
Extracto del estudio

JJ/I