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El planetario que urge para hablar de ciencia

El 11 de agosto de 2017 emitió un comunicado la Secretaría de Educación Coahuila que desató cierta polémica regional. Ese día, cuando los chicos de educación básica iniciaban el ciclo escolar, a eso de las 12 del día se experimentaría en Norteamérica uno de los fenómenos astronómicos que más expectación genera entre la gente: un eclipse total de sol, aunque en México fue parcial y la Luna cubrió menos de 25 por ciento de la cara visible del astro.

A propósito de ese popular evento, el comunicado de la dependencia encargada de impulsar la preparación y el conocimiento de los más jóvenes para enfrentar la vida diaria, resultó que pedía a los directores de todos los planteles de Coahuila recluir a sus estudiantes en los salones para evitar exponerlos al eclipse y no tomar “riesgos innecesarios”.

La Secretaría de Educación estatal arguyó que la falta de precaución debida al observar este fenómeno podría causar daños oculares a los jóvenes, y entonces ordenó que mejor no salieran. 

Las reacciones a esta poco oportuna medida llegaron pronto. Funcionarios del sector ciencia de Coahuila criticaron el comunicado por confinar a los estudiantes, en lugar de permitir que aprovecharan ese poco frecuente eclipse para hablar de astronomía, para enseñarles formas seguras y sencillas de ver el fenómeno que la propia NASA divulga a través de sus redes sociales para que más cantidad de personas alrededor del mundo lo observen, sean conscientes de lo que ocurre en el espacio y sean testigos vivenciales.

Según contó el propio director del Planetario de Torreón, en Coahuila, ese día el museo estuvo a reventar. La gente que tuvo tiempo no perdió la oportunidad de ir al lugar más accesible y confiable para preguntar sus dudas sobre el eclipse que oscurecía una pequeña parte del sol en México, pero que en Estados Unidos significó una efímera noche en pleno día.

Fenómenos como el mencionado son grandes oportunidades para hablar de ciencia, para que las fuentes capacitadas en el tema hagan públicos algunos datos curiosos sobre ello y se convoque a la ciudadanía para escucharlos, porque todos vivimos en este planeta vivo, cambiante y asombroso.

Pero, ¿qué hay de los tapatíos? Desde hace casi 20 años se nos privó de un espacio tan digno, cultural y necesario como es un planetario, no para visitar solamente cuando hay un eclipse u otro fenómeno similar, sino cuando hay tiempo para el entretenimiento y el interés de acercarnos a una fuente científica y amena. Eso es un planetario, un punto de encuentro para entender lo que nos rodea y, de paso, contagiar a los jóvenes o ya mayores para estudiarlo a fondo.

Es de dar pena que de los más de 40 museos de este tipo que hay en el país, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Planetarios, ninguno esté en Jalisco, un estado pujante en investigación científica y una de las economías más activas de la República, que no tiene un espacio para exhibirla e ilustrar a propios y a extraños.

Tan es demandado este tipo de servicios que las proyecciones fílmicas e incluso charlas sobre recursos naturales o cambio climático que ha organizado Casa CEM y el Acuario Michin en Guadalajara, gratis y con costo, han estado completamente abarrotadas e incluso con sobrecupo. La gente quiere cultivarse y entretenerse al mismo tiempo y está dispuesta a pagar por ello.

Hay una licitación por 27 millones de pesos ya asignada a Constructora Tlajomulco para edificar el planetario en el parque de Colinas de la Normal, la antigua FEG, y aunque debió estar el 31 de diciembre no está ni siquiera avanzado. Ese pendiente no debe perderse en la agenda pública de Aristóteles Sandoval, urge el planetario.

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FV/I