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Tiempos violentos

Jalisco ha tenido el inicio de año más violento de que se tenga registro. Más de 200 personas fueron asesinadas en el estado en las tres primeras quincenas de 2018. De acuerdo con la Fiscalía General, 137 de esas muertes violentas son atribuibles a actividades vinculadas con la delincuencia organizada. En promedio ocurrieron 4.5 homicidios cada día.

Según datos obtenidos por Juan Levario, reportero de El Diario NTR, 174 muertes violentas ocurrieron en la zona metropolitana en los primeros 45 días del año: 53 en Guadalajara, 28 en Zapopan, 46 en Tlaquepaque, 19 en Tonalá, 18 en Tlajomulco, nueve en El Salto y uno en Ixtlahuacán de los Membrillos. Otros 27 homicidios sucedieron en el resto de la entidad.

Ejecuciones

De esas muertes violentas ocurridas en el área metropolitana, 120 fueron ejecuciones, siendo Tlaquepaque (38) y Guadalajara (35) los municipios que registraron el mayor número, seguidos de Zapopan (18), Tonalá (12), Tlajomulco (9), El Salto (7) e Ixtlahuacán (1). De entre los hechos violentos registrados sobresale el ataque a una marisquería de Tlaquepaque perpetrado por 10 sujetos fuertemente armados que asesinaron a seis personas vinculadas al Cártel Jalisco Nueva Generación.

La ola de violencia, que las autoridades atribuyen a reacomodos de grupos delictivos, ha incrementado sensiblemente la percepción de inseguridad entre los tapatíos. El gobierno estatal ha tenido que reconocer que la metrópoli se ha convertido en un foco rojo debido a la captura de cabecillas del cártel jalisciense al cual, en palabras del gobernador, “se le ha podido contener pero no controlar”.

Fracaso

La inseguridad constituye uno de los grandes fracasos del gobierno de Jorge Aristóteles Sandoval. En los cinco años de su mandato la delincuencia ha florecido, llegando a niveles que no se habían registrado nunca antes. En todas las encuestas la población refiere que su principal preocupación es la falta de seguridad. La intranquilidad se multiplica al mismo ritmo que los asesinatos, los feminicidios, los secuestros y las desapariciones forzadas. Ha crecido además la desconfianza hacia las policías.

Parte de la responsabilidad de que el clima de violencia se haya desbordado en la entidad recae en Luis Carlos Nájera Gutiérrez, quien permaneció al frente de la seguridad pública estatal durante 10 años; primero, como secretario de Seguridad Pública en la administración anterior y después, como fiscal general en el actual gobierno. En julio de 2015 dejó el cargo en medio de críticas y señalamientos por la falta de resultados.

¿Qué le sabe?

Por eso, nadie termina de explicarse el porqué del retorno de Nájera al gabinete, anunciado la semana pasada. Su designación como secretario del Trabajo a un año de que concluya la gestión de Sandoval, sorprendió a la mayoría, sobre todo porque no tiene el perfil para desempeñar el cargo. ¿Qué le debe Aristóteles a Nájera o que le sabe éste al gobernador para premiarlo con su reincorporación a la función pública? Es lo menos que podemos preguntarnos.

En una de sus primeras declaraciones, el nuevo secretario se deslindó de los niveles de violencia que sufre Jalisco. Palabras más, palabras menos, el ex fiscal dijo que su sucesor (Eduardo Almaguer) pudo haber hecho una mejor labor y culpó al gobierno federal por no hacer más para mejorar la situación que hoy se vive en materia de seguridad. “Mucha gente señalaba que yo era el que permitía que los grupos delictivos actuaran, cuando yo me fui el Nueva Generación tenía seis estados, hoy tiene 22”, justificó Nájera, quien consideró “injusto y hasta cruel” que se le responsabilice por la inseguridad. Ahora resulta.

 

Verba volant, scripta manent

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@GOrtegaRuiz

JJ/I