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¿Qué le espera a Miguel Castro?

Mientras el PRI ya definió a sus candidatos a diputados federales y locales, así como sus fórmulas al Senado y está a punto de cerrar la definición de sus prospectos a presidentes municipales, su candidato a la gubernatura, Miguel Castro Reynoso, tendrá que realizar un análisis riguroso y a fondo de lo que fue su precampaña si quiere ser competitivo en la campaña.

A diferencia de sus adversarios, Castro Reynoso prácticamente visitó los 125 municipios, estrechó manos y habló a sus correligionarios de lo que pretende realizar en caso de ganar las elecciones el 1 de julio, al tiempo que los exhortó a no quedarse en casa ese día, sino a salir a emitir el voto a su favor.

Todos esos eventos de precampaña que reportaron los medios de comunicación parecieron no tener mayores problemas. Los discursos aprobados y las imágenes excelentes para demostrar cercanía del candidato con la militancia priísta. Todo bien.

Sin embargo, al parecer al interior del grupo de apoyo del candidato no todo está aceitado y más vale que Castro tome las riendas de su campaña y meta orden, porque resulta que hay muchos generales y poco o nada de tropa, no al menos que dé los resultados que se esperan en la campaña de quien es el candidato del partido en el gobierno.

De entrada, debe de oficializarse ya la designación del subsecretario de asuntos del interior del gobierno del estado, Raúl Juárez Valencia, como el coordinador general de campaña y éste renunciar a su cargo para meterse de lleno a las tareas de organización de la agenda y estrategia del candidato. No puede andar con doble cachucha cuando el horno no está para bollos, refiriéndonos a lo complicado de la elección que se avecina.

Segundo, Miguel Castro deberá definirle a cada uno de sus colaboradores el rol que jugará en su equipo y el trabajo que le corresponde realizar, porque trascienden quejas e inconformidades de que hay a su alrededor y cercanía quienes quieren asumir tareas que no son de su incumbencia, lo que genera desorganización y desconcierto entre los demás colaboradores.

Miguel Castro tendrá que aprender en cabeza ajena de los errores en que incurrieron sus antecesores que buscaron la gubernatura, a fin de no repetirlos y saber cómo sortearlos. En una palabra, el candidato deberá de rodearse de un equipo que no sólo le guste esto, sino que le entienda, independientemente de a qué grupo político pertenezca, pues finalmente necesita crear y generar unidad a su alrededor. Ser selectivo porque sólo deben de estar los suyos es el principio de la derrota.

Castro Reynoso debe tener la humildad de dejarse ayudar por quienes le planteen y propongan acciones y estrategias que serán de utilidad para avanzar, pero no mantener en los espacios a aquéllos que no solamente le estorban y se convierten en un obstáculo para aquellos que le quieren ayudar, sino que, además, sólo pretenden sacar beneficio para sí mismos y los suyos.

El peor error que puede cometer Miguel Castro es dejarse secuestrar por quienes quieren convertirse en su sombra o en su conciencia, impidiéndole a los demás cumplir con la tarea de aportar su parte para lograr el objetivo final que es ganar la elección. Dejar que una persona o un grupo se conviertan en quienes tengan el derecho de picaporte y sean ellos quienes decidan quién se acerca y quién no al candidato, significa que al final se quedará en la más completa soledad.

La famosa intercampaña debe servirle a Castro para poner orden en su equipo, en su agenda y en su estrategia. No hacerlo ahora significará una pérdida de tiempo que estará lamentando en plena campaña cuando sea demasiado tarde para reaccionar. Y para entonces, todos se deslindarán y nadie querrá asumir la responsabilidad de la derrota. Y si no, al tiempo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I