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Lealtades de papel

Hasta la supervivencia de una banda de ladrones necesita la lealtad recíproca
Antonio Genovesi

 

En general es muy difícil hablar de absolutos en la vida. Casi siempre hay matices en todo, las cosas no son en blanco o negro, sino en escalas de grises que les dan sutiles diferencias. Sin embargo, hoy podemos hablar absolutos cuando se trata de la ausencia de principios de la clase política mexicana y, en las últimas semanas, evidentemente en la tapatía.

Es sorprendente la facilidad con que los actores políticos se quitan una camiseta para meterse otra. La transmutación de colores partidistas no es nueva, siempre hubo individuos que, inconformes con oportunidades disponibles, cambios de objetivos partidistas o alianzas pragmáticas ajenas a su ideología, dejaron su organización política para irse a otra. Algunos renunciaron a un partido para irse a otro, pero ahora parece epidemia.

Si bien en el pasado se iban molestos por los cambios o enojados por no obtener lo que deseaban, lo hacían con decoro y casi siempre cuidando las formas. Ahora las cosas son diferentes, especialmente en Jalisco.

¿Cómo se explica si no el descaro de la diputada Claudia Delgadillo? Un día felicita por su cumpleaños al candidato José Antonio Meade –cuya campaña coordinaba en Jalisco–, otro tuitea que se siente honrada de trabajar con Manlio Fabio Beltrones en esa campaña priísta y, al siguiente, renuncia al partido y se incorpora a Morena.

A ésta se suman las salidas de Óscar Soltero Razo –personaje de larga militancia en el PRI– y del ex alcalde de Ahualulco del Mercado Gerardo Guizar Macías, que dejan el PRI para lanzarse, como Claudia, a los brazos de Morena.

Y qué podemos decir del alcalde Sergio Chávez, de Tonalá, que deja también al PRI, aunque para unirse al partido naranja.

La epidemia de deserciones no sólo afecta al tricolor, también está el caso del panista Elías Íñiguez Mejía, que abandonó la casa panista para refugiarse en el partido de AMLO, al igual que el senador José María Martínez. Todos ellos y los que faltan que muestran a sus principios una lealtad tan sólida como el papel de china. Antes desertaron de MC también para irse a Morena el diputado federal Carlos Lomelí y el alcalde con licencia de Tlajomulco, Alberto Uribe.

Camión de la basura

Al repasar las deserciones, vemos que fueron motivadas por la voraz ambición de quienes se sintieron “no tomados en cuenta” en sus respectivos partidos, a pesar de ocupar cargos en el momento actual. Los que no son diputados, son alcaldes y los que no funcionarios de gobierno, ¿qué los llevó entonces a traicionar a amigos y compañeros para fugarse a Morena o MC? Simple: el olor del dinero y la adicción al poder, sobre todo cuando no ven un panorama claro para su partido en la elección. Simplemente abandonaron el barco.

Morena y Carlos Lomelí, su candidato al gobierno estatal, han hecho su chamba: dinamitar las filas del priísmo y mermar sus posibilidades de ganar. Lo hacen con la moneda que tienen: las candidaturas a diversas posiciones que reparten en el juego por ganar posiciones a toda costa, levantando, como el carro de la basura, todo lo que encuentran botado en el camino.

Pronóstico reservado

El pronóstico es que las fugas, en lo oscurito o descaradas, seguirán, pues los tiempos se agotan y urge sonsacar a políticos de otros partidos para sus candidaturas, caras conocidas que sumen votos para engordar el presupuesto, sin importar si ganan o no.

Sin embargo, las cartas de la baraja se agotarán y no quedará nada más para negociar –ya vimos que nadie se mueve por convicción–, por lo que pronto terminará la deserción. También, es justo decirlo, se irá incrementando la fetidez del carro de candidatos captados por Morena y MC, ¿alguien votará por ellos?

@BenitoMArteaga

JJ/I