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Elecciones 2018: entre Kafka y Frankenstein II

El Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) está obligado a conducirse, en el desempeño de sus funciones, bajo los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad (a diferencia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, Ifai, que además está mandatado a realizar sus actividades con eficacia, profesionalismo y transparencia).

Con la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para revolcar el artículo 246 del Reglamento de Elecciones aprobado por el Consejo General del INE, la posibilidad de tener resultados de las tendencias de votación en las próximas elecciones se verán limitadas.

El reglamento buscaba subsanar las deficiencias de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe) relacionadas con las actividades de escrutinio y cómputo (con la implementación de la casilla única). Un magistrado que externó un voto particular en contra de la resolución mayoritaria del TEPJF justificó que “estos cambios responden a la necesidad de adecuar las normas a la realidad”.

Como lo mencioné la semana pasada, pensar el tiempo que pasarán los funcionarios de casilla, desde la instalación de las urnas hasta el cierre de las mismas (digamos de las ocho de la mañana a las seis de la tarde), son 10 horas; si agregamos el tiempo destinado a abrir seis urnas (presidente de la República, senador, diputado federal, gobernador, diputado local y presidente municipal, en este orden), levantar las actas de escrutinio y cómputo para cada elección, integrar los paquetes electorales y publicar los resultados a las afueras de la casilla, estamos hablando de que los primeros paquetes estarán llegando a las instalaciones de los respectivos consejos electorales mínimo a las 12 de la noche.

Sin duda, los comicios más importantes serán la presidencial (en la federal) y la de gobernador (en la local), por lo que será necesario buscar un mecanismo alterno para hacerlo llegar a los consejos electorales para elaborar un conteo rápido que dé certidumbre a la elección. Lo que puede ocurrir, valga la comparación, es como un encuentro boxístico, donde después de una batalla de 12 asaltos, al concluir ambos púgiles levanten las manos y se declaren ganadores.

Si no tenemos una tendencia de la elección presidencial y la de gobernador a más tardar las 11 de la noche, lo más seguro es que los partidos políticos, quienes sí tendrán a la mano copias de las actas de escrutinio y cómputo, mismas que serán transmitidas a los cuarteles generales de los respectivos partidos políticos, verán llegar los resultados principalmente de casillas urbanas cercanas y con fácil comunicación, que no reflejará una tendencia real de la elección, pero los contendientes podrán declararse vencedores de forma no oficial.

Algunos de los principios que se demandan del INE –certeza, máxima publicidad y objetividad– no podrán ser cumplidos si no se toman las previsiones necesarias. Para ello, su Consejo General determinó que el conteo rápido para conocer las tendencias en las elecciones de presidente de la República y gobernador del estado se base en las anotaciones que los funcionarios de casillas hagan en los cuadernillos de escrutinio y cómputo, de conformidad con el acuerdo INE/CG122/2018, aprobado el 28 de febrero.

Esperamos que este parche electoral sirva para aliviar una de tantas malhechuras de las reformas electorales que los mismos partidos políticos han manufacturado, producto de años y años de desconfianza en los procesos electorales. Valga la comparación, es como si ante los caprichos estéticos de un arquitecto, los ingenieros deben corregir diseños estructurales del proyecto arquitectónico, conservando lo estilístico pero privilegiando la seguridad.

Las reformas electorales han engendrado monumentos frankenstianos decorados con pesadillas kafkianas.

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JJ/I