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Artesanos lucen sus creaciones en Plaza Liberación

(Foto: Archivo)

Bordados, cerámica, joyería, pinturas, muebles de madera, flores de tela, artículos de hoja de maíz, nieves, galletas ponches, sombreros, rompope dulces mexicanos, orfebrería, y muchos artículos más elaborados por artesanos jaliscienses, se ofertan en la Feria Artesano Corazón de Jalisco, instalada en la Plaza de la Liberación en Guadalajara y en el Museo Regional de la Cerámica de Tlaquepaque.

Es organizada por el Instituto de Artesanía Jalisciense y estará abierta al público de forma gratuita hasta el próximo 8 de abril.

Ernesto Meza Tejeda, director del Instituto de Artesanía Jalisciense, informó que esta es la edición número 17 y participan un total de 238 artesanos de 45 municipios de Jalisco.

A partir del domingo 1 de abril,  habrá cambio de artesanos, para dar oportunidad a que participe un mayor número de estos y tengan la posibilidad de dar a conocer sus productos e inclusive de encontrar nuevos clientes.

El directivo señaló que el objetivo es promocionar su trabajo y generar un espacio más de convivencia familiar en este periodo vacacional.

“Muchos artesanos esperan en esta feria captar clientes, para un gran número de ellos, de aquí es de donde salen muchos clientes para el resto del año”.

FRIVOLITE LA TRASQUILA

La Cooperativa La Trasquila, originaria de San Ignacio Cerro Gordo, se hizo presente en la Feria de artesanías jaliscienses.

Cina del Carmen Aguinaga Morales, informó que trabajan 34 socias fundadoras y apoyan a otras mujeres que trabajan con ellas tejiendo con la técnica llamada frivolité, de origen europeo.

“Para hacer un rebozo son dos meses de trabajo o una blusa, tejiendo entre 5 y 6 horas diarias y se trata de apoyarnos. Un rebozo cuesta alrededor de 2 mil pesos y una blusa mil 500 dependiendo del tamaño y la muestra. Vendemos más en México, porque aunque sí exportamos no son grandes cantidades. Hemos enviado a Colombia, me encargaron de Perú y más a Estados Unidos”.

Tienen clientes de Michoacán, Querétaro, Ciudad de México y la misma Guadalajara y realizan tapetes, cuellos, manteles, pañuelos y bordes de almohadas.

“El frivolité llegó al pueblo por una persona que lo aprendió con unas monjas capuchinas en la Ciudad de México desde 1965, rebozos y blusas es lo que más se vende”.

JJ