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Decir lo que nos pasa en el escenario

Impacto. Guillermo Covarrubias apuesta por la capacidad que tiene el teatro para potenciar las situaciones cotidianas y crear conciencia sobre ellas. (Foto: Humberto Muñiz)

Desde hace más de 30 años Guillermo Covarrubias ha encontrado en el escenario el megáfono para hablar de todo aquello que nos duele como país y como sociedad. Desde su trinchera ha abordado también temas de amor, pero sobre todo de violencia, de prostitución y hasta de pederastia.

Todavía le quedan roles por jugar y se está adentrando desde hace varios años y de manera muy seria a la dramaturgia. Sabe que lo que quiere decir está ligado a la realidad que vivimos ahora. Si no fuera por el teatro quizá no habría aprendido a mirarse en los zapatos del otro.

NTR. ¿Cómo fue tu acercamiento a la escena?

Guillermo Covarrubias (GC). Mis hermanos estudiaron al mismo tiempo la preparatoria y la Normal. Los dos estaban en los grupos de teatro y mi primer acercamiento fue a través de ellos, Conie mi hermana me pedía que la ayudara a repasar los libretos y siempre me decía que debería hacer teatro, porque tengo buena memoria. Ya en la preparatoria hice teatro con Olga Valencia, ahí empecé realmente, en El Pequeño Grupo de la facultad de Filosofía y Letras donde tomé entrenamiento por cerca de un año. Luego entre a Agua Viva con Pedro Laguna, donde comencé de manera más seria.

NTR. ¿Qué fue lo que te atrajo de esta labor?

GC. Al ver cómo los actores se transforman y el impacto que pueden tener en el público. Es distinto al cine, es más directo lo que está pasando y la comunicación es más contundente, eso me sigue gustando como el primer día. El hecho de que puedas tocar distintos temas; en mi caso en los últimos años lo que he presentado casi todo ha sido a través de mis propios textos, aunque no me considero dramaturgo, las obras que he montado las he escrito. Me importa hacerlo. Involucrarme más con estas partes.

NTR. ¿Qué temas te importan todavía después de toda tu experiencia?

GC. La gente que se dedica a escribir dice que hay sólo 12 temas: el amor, la traición, el dolor, etcétera. Temas que están muy establecidos. Creo que he hablado mucho del amor y su imposibilidad. El poder, el abuso del poder, el sometimiento del más débil son temas que ha estado recurrentes en mi obra. Sobre todo en los últimos años ha tenido una cuestión más de denuncia. El último texto que monté estaba basado en Marcial Maciel y este tema de la pederastia en la Iglesia, Crimen de rituales. Antes de eso hice Las Poquianchis, que partió de una investigación que hice en Lagos de Moreno: fui a la hemeroteca y tenía que ver con la trata de blancas y cómo se relacionaban con gente de altas esferas para tener esta red de prostitución durante 30 años.

NTR. ¿Qué sientes que si no hubieras aprendido del teatro no habrías aprendido del todo?

GC. El teatro me ha hecho más humano, más cercano al otro. Tengo una empatía distinta ahora, en otras profesiones se da menos, creo, yo estudié contaduría pública, mis compañeros contadores son muy fríos, puedo contarles un caso como el de los estudiantes que desaparecieron, siento que cuando ellos hablan del tema hay una distancia, una duda. Siento que tengo más sensibilidad a esos temas y noto que el teatro me ha dado una perspectiva distinta de las cosas. Logro meterme en los zapatos del otro.

NTR. ¿Cuál es el papel que dirías te ha marcado más?

GC. Más que papeles, fueron etapas. El juego que todos jugamos me marcó mucho, la actué más o menos en el 85, llegamos a realizar 200 representaciones con esa obra y mi personaje me dejó mucho aprendizaje y conocimiento de la escena. Ya en el 91 hice Las mariposas son libres, en donde interpretaba a un chico ciego, fue un proceso con más de 100 representaciones en donde trabajé con Jesús Hernández, actores mayores que yo con más años haciendo teatro, significó mucho. Aprendí mucho sobre la escena en la escena.

NTR. ¿Qué buscas en un proyecto para involucrarte ahora?

GC. Que yo sienta que estoy compartiendo algo importante a la gente. Algo que considero que hay que subrayar, que observe y abra los ojos ante la situación que vivimos. Hacer evidente algo que en el teatro cobra otra fuerza o se dimensiona de otra forma y el público se hace consciente de esto. Creo que son necesarias obras que hablen de la violencia que vivimos. Es raro que no conozcamos a una persona a la que le haya ocurrido algo fuerte. Aunque lo hablamos y está en nuestro cotidiano, si lo vemos en un escenario es probable que tomemos una conciencia distinta de lo que ocurre. Eso es lo que busco.

JJ/I