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De revolutionibvs: 475 años

Para entender la posición de Copérnico, necesitamos enfocarnos no en los círculos generados por las esferas, o sus propiedades matemáticas, pero sí en los conceptos no matemáticos del movimiento y la perfección de los cielos.

Peter Barker; Copernicus, the orbs, and the equant, Synthese, Vol. 83, (1990), p. 319.

Debemos al teólogo luterano y además matemático Georg Joachim von Lauchen (1514-1574) –mejor conocido como Rheticus– el que la magna obra de Copérnico viera la luz en letras de imprenta, pues como relata el doctor John H. Lienhard, profesor emérito de ingeniería mecánica e historia en la University of Houston: “Copérnico confió el manuscrito terminado a Rheticus, quien lo llevó a un editor en Nuremberg. Rheticus dejó la compleja compilación tipográfica bajo la mirada de un famoso teólogo de Nuremberg. La impresión real se hizo muy bien, pero luego el teólogo agregó una carta introductoria anónima al texto. Decía que, aunque la Tierra realmente no orbitaba alrededor del Sol, las matemáticas se vuelven mucho más simples si simplemente imaginamos que sí” (https://www.uh.edu/engines/epi2420.htm); el revisor y autor del prólogo que se ha denominado apócrifo fue Andreas Osiander (1498-1552), como protesta ante tal atribución del editor, Rheticus tachó el prólogo en su propio ejemplar, según informa Sheila Rabin, profesora emérita de Saint Peter's University en la Stanford Encyclopedia of Philosophy.

Tratemos de imaginar lo que implicaba un viaje por los medios disponibles en 1542-1543 desde Frombork, donde residía Copérnico al tiempo de permitir que Rheticus fuera su único discípulo, y la ciudad de Nuremberg, poco más de mil kilómetros, donde se imprimió De revolutionibvs... gracias al traslado del manuscrito por el joven Joachim; tales peripecias son rescatadas en el libro A more perfect heaven (Walker & Co., 2011) de la periodista e historiadora de la ciencia Dava Sobel. Los primeros ejemplares salieron de la prensa a finales de marzo de 1543, varios autores consignan que en su lecho de muerte, acaecida el 24 de mayo del mismo año, Copérnico pudo revisar uno de ellos; y el único ejemplar de primera edición que hay en un país latinoamericano lo resguarda la UdeG.

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FV/I