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Facebook bajo la lupa

Ayer tuvo lugar un acontecimiento clave en la historia de Internet: la audiencia de Mark Zuckerberg, director general de Facebook, ante comisiones del Congreso de Estados Unidos.

Fue clave porque dio amplia notoriedad pública a un tema que se ha vuelto preocupante: el poder de las plataformas digitales para usar nuestros datos privados y controlar los contenidos a los que tenemos acceso.

Mark Zuckerberg empezó con una sentida declaración en la que reconocía que no era suficiente que Facebook desarrollara herramientas para el bien, sino que tenían que hacerse responsables de crear mecanismos para evitar que terceros usaran esas herramientas de forma perjudicial para otros, y por eso pedía perdón.

Los veteranos senadores no se dejaron conmover por esta declaración. Le dijeron que ya se había disculpado antes y nada había cambiado… y empezaron su extenso interrogatorio.

La revista Wired publicó un artículo ayer titulado Si el Congreso no entiende Facebook, ¿qué esperanza tienen sus usuarios?, en el que juzga que las líneas de interrogación de los senadores fueron superficiales quizás por su falta de comprensión de cómo opera la red social y eso dio la oportunidad a Zuckerberg para dar respuestas ambiguas y poco satisfactorias.

A pesar de ello, la audiencia generó conversaciones interesantes en tres de los temas más controvertidos que exploro a continuación.

Primero y más relevante, el tema del uso de datos privados. El escándalo que desencadenó los hechos que llevaron a la audiencia en el Congreso fue aquél protagonizado por la empresa Cambridge Analytica, que hace minería de datos para dar asesoramiento en campañas electorales, debido a que recibió de forma no autorizada datos privados de 87 millones de usuarios de Facebook desde 2014.

Facebook permite que los desarrolladores de aplicaciones obtengan datos privados de los usuarios siempre y cuando éstos autoricen a la aplicación su uso. El problema es que los usuarios no siempre saben cuándo están dando permiso y qué datos están cediendo, porque este permiso se esconde en los “términos y condiciones” que ellos aceptan para usar alguna aplicación divertida o útil.

Debido a esto, se está introduciendo al Congreso estadounidense una nueva ley llamada Customer Online Notification for Stopping Edge-provider Network Transgressions (CONSENT) en la que se obligará a plataformas como Facebook a transparentar al usuario los datos que está compartiendo en cada momento.

Segundo, la regulación de la veracidad de los contenidos. Este tema tiene tres niveles de complejidad. Uno es cómo se puede distinguir ágilmente un contenido verdadero de uno falso. Facebook está desarrollando algoritmos inteligentes que lo hagan de forma automática en el futuro, pero por el momento este filtrado todavía requiere de personas de carne y hueso. Dos, como las personas que revisan los contenidos tienen sesgos, ha habido acusaciones de que Facebook censura contenido de corte conservador reservándose el poder de decidir qué lee la gente en su plataforma y qué no. Tres, dado que existen estos sesgos y que Facebook es un actor cada vez más dominante en la distribución de noticias al público, se cuestiona su capacidad de autorregulación en el filtrado de contenidos.

Tercero, el problema de la intervención de agentes externos en los contenidos. Ha habido una amplia cobertura en los últimos meses sobre cómo Rusia utilizó redes sociales, entre ellas Facebook, para crear contenidos falsos que desinformaran a la población norteamericana y la enfrentaran entre sí para influenciar el resultado de las elecciones en 2016.

En la audiencia se puso en evidencia que Facebook y otras redes sociales son ahora mismo vulnerables a la interferencia de hackers respaldados por gobiernos autoritarios, y tienen la responsabilidad de elevar sus medidas de seguridad para evitar convertirse en armas de manipulación masiva.

@ortegarance

JJ/I