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Recordar a Ortigosa

Un hombre con una vertiginosa trayectoria científica a temprana edad que le fue reconocida sobre todo en el extranjero. Alguien a quien siempre le incomodaron las trabas estructurales que impedían el desarrollo socioeconómico y político de México.

   Federico de la Torre; Ciencia, industrialización y utopía social: notas sobre Vicente Ortigosa de los Ríos, 1817-1877, Letras Históricas, Núm. 5, otoño 2011-invierno 2012, p.76

 

El pasado 5 de abril se cumplieron 201 años del nacimiento del primer químico orgánico de México, el jalisciense oriundo de Tepic Vicente Ortigosa de los Ríos, quien muy joven –a los 23 años– ya graduado como subteniente de ingenieros del H. Colegio Militar, en Europa sigue su formación en la prestigiosa École Royale Polytechnique de París que dependía del Ministerio de Guerra francés y de ahí pasa a la Universität Giessen donde es discípulo del padre de la química orgánica, Justus Freiherr von Liebig (1803-18 de abril 1873); un grabado de 1842 (ver http://ghdi.ghi-dc.org/sub_image.cfm?image_id=2278) atribuido a Wilhelm Trautschold (1815–1877) retrata el laboratorio de quien también desarrolló los fertilizantes químicos y según describe el poeta Gerardo Deniz (Juan Almela): “Precisamente en el lado opuesto del dibujo se ve a un sujeto barbado que lleva gorra y se apoya sobre el codo derecho. Tiene en las manos unas antiparras. Se trata de Vicente Ortigosa (y de los Ríos), nacido en Tepic en 1817” (De marras: Prosa reunida, FCE, México 2016).

El trabajo de grado de Ortigosa se tituló Sobre la composición de la nicotina y algunos de sus compuestos, y fue precisamente el primero en aislar y proponer una estructura del compuesto activo del tabaco (ver Estrada Ocampo, Humberto; Vicente Ortigosa: El primer mexicano doctorado en química orgánica en Europa, Quipu, vol. 1, núm. 3, México, septiembre-diciembre de 1984, pp. 401-405), además contribuyó con su profesor en el método para la conservación y enlatamiento de jugo de carne.

A su regreso a México se dedicó a la industria, pero también –preocupado por la educación y desarrollo de la sociedad– impulsó agrupaciones filantrópicas y de artesanos, además de colaborar con el gobierno imperial, quizá por ello es de los grandes olvidados por nuestra historia.

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