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AMLO, ¿presidente?

A tres semanas del arranque formal de las campañas no se advierten mayores cambios en el ánimo electoral que el manifestado en las etapas de las precampañas y la intercampaña. A contrapelo de quienes auguraban que el desarrollo de la contienda presidencial impactaría drásticamente en la configuración de las preferencias electorales entre los ciudadanos, lo que los datos duros nos dicen es que no solamente no se han cumplido las expectativas, sino por el contrario, la distancia entre el candidato puntero y los demás se ha ampliado y profundizado. La encuesta publicada por el diario Reforma ayer le otorga a López Obrador una ventaja de 22 puntos sobre su más cercano contendiente.

Pero tampoco en las estrategias de campaña implementadas por los distintos equipos se advierten mayores diferencias. De igual manera que en las pre y las ínter, las actividades del candidato de Morena y partidos coaligados han marcado el rumbo de la contienda y han establecido la agenda de los temas a debate. A cada nueva declaración y pronunciamiento del puntero en las encuestas surgen las reacciones de los demás candidatos con respuestas más orientadas hacia la descalificación que al debate. Sea el tema de las llamadas reformas estructurales (energética, educativa), sea la amnistía por delitos contra la salud, sea el nuevo aeropuerto, el discurso de Andrés Manuel ha dominado el escenario de las propuestas electorales, al cual se han subordinado los discursos de sus oponentes. Apurados en atacar al puntero, no han podido o no han sabido posicionar una sola de sus propuestas.

A nueve semanas de la jornada comicial del 1 de julio, los datos duros disponibles que suministran las encuestas y las redes sociales abonan a la percepción de que la llegada de AMLO a la Presidencia es inevitable.

Dos estudios demoscópicos de Reforma han jugado un papel central en la configuración de este imaginario. El pasado martes, en su portada, el diario publicaba un sondeo sobre las intenciones de voto de alumnos que realizan sus estudios en 15 universidades (cuatro públicas y 11 privadas), según el cual Ricardo Anaya obtenía 45 por ciento de las preferencias, mientras que AMLO alcanzaba 21.

Las reacciones al sondeo no se hicieron esperar en las redes sociales. Hubo cuestionamientos hacia el medio por la publicación de un estudio con fines aparentemente propagandísticos. Se hicieron señalamientos acerca de aspectos metodológicos que sesgaron, inevitablemente, los resultados. Crítica que fue aceptada por Joaquín Zambrano, integrante del equipo que realizó el sondeo, que se opuso a su publicación y al que no duda calificarlo como “una aberración”.

Empero, quienes lo pensaron en función de propaganda electoral no calcularon que el efecto de su publicación sería similar al de un búmeran. En efecto, aparte de las críticas generalizadas al medio, en el espacio tuitero miles de universitarios, en un claro guiño al movimiento #YoSoy132, impulsaron el hasthag #UniversitariosConAMLO y lo convirtieron en Trending Topic mundial, que la mañana del miércoles superaba los 260 mil tuits.

Pero sería la encuesta la que vendría a ratificar el movimiento suscitado en las redes. Los datos reflejan que mientras AMLO crece al pasar de 42 a 48 por ciento, Anaya pierde seis puntos y se ubica en 26, mientras que Meade permanece estacionado en 18. Pero otros datos destacan la relación entre opinión positiva y negativa en AMLO es de 53-23 por ciento, mientras Anaya presenta 35-31. El 76 por ciento desaprueba la gestión de Peña Nieto. Pero lo que resulta el indicador más importante es cuando a la pregunta sobre su estado de ánimo con relación al país, 40 por ciento mencionó la esperanza, 32 el enojo y solamente 25 se decantó por el miedo.

Eso explica la embestida creciente contra las aspiraciones presidenciales del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia. Sin embargo, a menos de que ocurra algo excepcional, su llegada a la Presidencia se antoja inevitable.

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JJ/I