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Las deudas del debate

El consenso es que a nadie le sirvió el debate y lo más seguro es que los dos que faltan, tampoco.

Servir, en el sentido de conocer a fondo sus propuestas e ir perfilando una intención del voto en los millones de mexicanos que no tienen claro cuál es el candidato al que apoyarían para llegar a la Presidencia.

Corrupción e inseguridad, las dos realidades que más laceran al país hoy en día, fueron los temas en el primer encuentro de los cinco aspirantes, pero el primero de ellos se comió al segundo y aquello se convirtió en un tendedero de trapos sucios más un mocha manos.

De cualquier forma nada de lo que expresaron en cuanto a corrupción difirió de lo que ya llevamos oído hasta el cansancio. Fueron predecibles y siguieron con las descalificaciones y respectivas defensas sin llegar a propuestas concretas y creíbles.

Lo que quedaron a deber fue todavía más notorio en el renglón de seguridad. El Observatorio Nacional Ciudadano, Mexicanos Primero y México Evalúa, tres organizaciones no gubernamentales que convocaron al diálogo ¿Son viables las propuestas de los candidatos?, de plano concluyen que faltó seriedad y abundaron los lugares comunes, las omisiones y el desconocimiento de la problemática.

En el orden en que se fueron mencionando se escuchó hablar de la creación de un FBI mexicano, de militarizar las preparatorias, de prevenir con cultura y deportes (¿desde hace cuánto escuchamos eso?), de duplicar el tamaño de la policía, de cuadruplicar la capacidad de investigación del Estado, de desmantelar las organizaciones criminales, entre otros puntos. Sin embargo, en su mayoría resultaron ideas para nada nuevas, y lo peor es que técnicamente ahorita deberían estar funcionando y dando resultados.

La propuesta de amnistía de Andrés Manuel López Obrador era la gran incógnita y el debate significaba la oportunidad de abundar y aclarar dudas, pero la salida del candidato fue que va a convocar a expertos para elaborar un plan y definir exactamente qué se va a hacer. Si hubo dos cosas que quedaron claras con esto fue que él ya se hace el futuro presidente y que lo de perdonar a delincuentes fue un discurso de ocurrencia, al que le ha ido quitando y poniendo palabras según lo amerite la ocasión.

El reclamo a los candidatos tras el debate es que no tocaron temas como el secuestro, la trata de personas, el tráfico de armas, la tortura, la desaparición forzada, la violación de los derechos humanos, las graves fallas en el sistema penitenciario, ni los atentados a la libertad de expresión que han terminado con la vida de periodistas.

En lo que coincidieron tres de los aspirantes fue en mantener la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles. Pero Santiago Roel, el presidente de la organización Semáforo Delictivo, afirma que este refuerzo debe ser la excepción y no la regla y lamenta que se insista en las guerras contra la criminalidad como una estrategia para combatir la violencia en el país.

Roel afirma que ningún país ha tenido éxito en la estrategia de guerra para reducir el consumo y oferta de las drogas, de modo que se hace necesario regularlas para reducir su consumo entre los jóvenes, lo cual conllevaría a mermar el poder económico y bélico de las mafias. De entrada apuesta por legalizar el uso recreativo de la marihuana y el cultivo de amapola para usos medicinales.

La tarea para los candidatos es, entonces, centrarse en estrategias y procesos de implementación efectivos. Lo reclama la sociedad y las cifras que acaba de presentar Semáforo Delictivo: en el primer trimestre del año el narcomenudeo aumentó 37 por ciento; el feminicidio, 18 por ciento; el secuestro, 16 por ciento, la extorsión 9 por ciento, el robo a casas habitación y a negocio 7 por ciento.

Demasiado serio el problema como para seguir sólo en la ocurrencia para el show electoral.

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JJ/I