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El tambor de Louis

En la foto hay un recién nacido envuelto en una manta y cargado por un padre que grita en medio de los escombros de lo que alguna vez fue su hogar.

Antes, esta foto tomada en Guta Oriental hubiera sido la imagen cualquiera de un conflicto cualquiera: la típica foto con la que creen que nos informan de una guerra.

¿Por qué? Porque parecería que es el mismo rostro de un padre desesperado en una guerra; que es el mismo recién nacido envuelto en una manta; que son los mismos escombros de esa misma ciudad que una y otra vez es destruida y que hoy se llama Guta Oriental, pero hace poco se llamaba Bagdad y no hace mucho Sarajevo, o Bosnia y Herzegovina.

Antes, sólo sería la imagen de la misma guerra que ha ocurrido desde siempre.

Pero ya no. El rostro del padre me parece nuevo, la desesperación desgarradora y la impotencia una pesadilla.

La culpa la tiene el fotógrafo, pero sobre todo mi hija.

Y hasta ahora, la explicación que tengo me la dio mi hermano a través de la novela Entrevista con el vampiro, de Anne Rice. Específicamente cuando el personaje de Louis narra cómo Lestat lo muerde y le hace beber sangre de su muñeca para convertirlo en vampiro:

“Al principio fue un rugido apagado y luego como el tam-tam de un tambor cada vez más frecuente, como si una criatura inmensa se me viniera encima lentamente a través de un bosque oscuro y desconocido, golpeando un gigantesco tambor […] El sonido se hizo cada vez más fuerte, hasta que pareció no sólo llenar mis oídos sino todos mis sentidos; estaba latiendo en mis labios, mis dedos, en la piel de mis sienes, en mis venas […] Me di cuenta de que el tambor había sido mi corazón”.

En ese pasaje, Louis trata de describir cómo es ser vampiro y ver ahora las cosas llenas de vida.

Es algo muy parecido a la paternidad. Las cosas cambian y no puedes describir por qué.

Y por eso, esa foto de Guta Oriental dejó de ser como el resto de las millones de imágenes de guerra que he visto en las que un padre carga desesperadamente a un bebé.

Conmueve de forma tan brutal que la imagen se mete a los sueños y aunque pasen los días el pensamiento se dirige a ellos. El padre, el bebé.

Y así lo cambia a uno la paternidad.

Mi mujer ha sido esa mordida, muñeca y sangre de Lestat.

Mi hija el tambor de Louis.

@los21fosfenos

FV/I