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¿Lograrán descarrilar a López Obrador?

La guerra sucia contra López Obrador está en su apogeo. El banderazo de salida se dio durante el primer debate presidencial del 22 de abril, y desde entonces su intensidad va en aumento. La guerra sucia era más que previsible. Pero lo que no deja de sorprender es la evolución en las estrategias, que cada vez son más creativas y, quizá, más certeras.

Todo comenzó en el primer debate presidencial, en el que los demás candidatos ofrecieron un concierto de ataques hacia el morenista. La discusión se centró en criticar propuestas y resaltar contradicciones de López Obrador –la amnistía para el crimen organizado, los tres departamentos sin declarar en su 3 de 3, los colaboradores en su campaña que en su momento apoyaron a Salinas de Gortari o participaron en el Fobaproa–. Misión cumplida, López Obrador se enganchó y dedicó demasiado tiempo a defenderse. Los ataques se intensificaron en el postdebate.

El nuevo golpe bajo el cinturón es la campaña publicitaria sobre la serie de televisión Populismo en América Latina. Brillante por donde se le vea. No es una campaña en la arena electoral, sino en la arena de la televisión comercial, por lo que está en duda si el INE estará facultado para intervenir. No es impulsada por partido político alguno, sino por una compañía productora del ámbito privado. Es más, ni siquiera se sabe con certeza si la serie realmente se va a transmitir, pero mientras tanto ya circulan camiones por las ciudades del país con imágenes que asocian a López Obrador con los políticos latinoamericanos más temidos en México.

Sostengo que esta estrategia es brillante porque, sea cual sea el curso de acción que tome López Obrador, quienes están detrás de esta embestida de cualquier manera saldrán ganando. Supongamos que el tabasqueño no se opone a su transmisión. En ese caso, una gran cantidad de votantes la verán y estarán expuestos a la propaganda contra López Obrador. Ahora bien, supongamos que el morenista logra detener la transmisión a través de recursos legales. En ese caso, AMLO pasaría a la historia como el político que cuarteó la libertad de expresión en México, situación que sus adversarios utilizarían hasta el cansancio para denostar su imagen.

Por si esto no fuera suficiente, este fin de semana vimos que sus adversarios no sólo van a utilizar todo lo que López Obrador diga en su contra, sino que también usarán en su contra las opiniones de sus simpatizantes. El caso del video de Paco Ignacio Taibo II es un buen ejemplo. En el video, el escritor afirma que de ganar la Presidencia le recomendaría a López Obrador no dejarse chantajear por las y los empresarios poderosos del país, y que les expropie sus empresas si se oponen a sus políticas. Una opinión cuestionable, sin duda, pero muy lejos de ser responsabilidad del tabasqueño.

Mientras tanto, el principal beneficiado de toda esta guerra sucia es Ricardo Anaya. El candidato de la coalición Por México al Frente se beneficiará por la interacción entre dos mecanismos. Por un lado, la guerra sucia está enfocada en afianzar un sentimiento de miedo entre la población hacia una eventual Presidencia de Morena. Por otro lado, Anaya está enfocado en convencer a los votantes de que él es el único candidato con posibilidades reales de ganarle a López Obrador. Sus beneficios están en la interacción entre la consolidación del miedo y la percepción de que él es la única salida.

 

Coordinador del Laboratorio de Innovación Democrática (LID)*

JJ/I