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PEMEX, el gran fracaso

Estamos en el quinto año de vigencia de la reforma energética sin que se vean los magníficos resultados prometidos con su implementación, peor aún en el caso petrolero, porque Pemex sólo incrementó su desplome.

La empresa símbolo de la independencia nacional pasó de ser en 2014 la tercera productora de petróleo del mundo para ubicarse en 2015 como la octava, con 14 años consecutivos con producción de gasolina, diésel y gas natural a la baja, lo que generó una dependencia de México al exterior en estos combustibles.

Para el régimen la reforma energética es su mayor logro, pero la población no coincide en ello. Una reciente encuesta publicada en El Financiero revela que 61 por ciento de los mexicanos consideran que los resultados de la reforma son malos y sólo 27 por ciento piensa que han sido buenos.

Para 47 por ciento no era necesaria la reforma y sólo para 41 sí lo era, ni siquiera en la pregunta si debe o no continuar se alcanza mayoría absoluta, sólo 48 por ciento están por que continúe pero la mayoría quiere una efectiva rectoría del Estado en materia energética.

La joya de la corona del peñismo se presenta así ante el proceso electoral con la joya cascada y la corona abollada, por ello también está en el centro del debate. Pemex dejó de ser la estrella de las finanzas públicas, se dejó de invertir y  los indicadores operativos cayeron.

Lejos está la posibilidad de que PEMEX, ahora como empresa productiva del Estado vuelva a tener el esplendor de antaño, ni con todo y los miles de millones de dólares que dicen van a invertirse aquí en los próximos años.

AHORROS

La urgencia de concluir la renegociación del TLCAN en este mes de mayo ante la cercanía de las elecciones presidenciales en México y de Congreso en Estados Unidos, no limita las exigencias del gobierno de Trump sobre una serie de condiciones que sólo a ellos benefician.

De hecho todo se ha aceptado salvo en el caso de la industria automotriz, en la cual una de las exigencias de Washington sí beneficiaría a los mexicanos, la de incrementar el salario que se paga aquí a 16 dólares por hora.

Sin embargo, es justo ahí donde quien debiera representar los intereses nacionales, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, quien encabeza la delegación mexicana en las renegociaciones, no cede.

¡Qué paradoja!

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JJ/I