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El voto católico en una sociedad laica y plural

Vivimos tiempos difíciles que nos exigen actitudes definidas y comprometidas. No podemos quedarnos en la pasividad provocada por el pesimismo y el miedo. El desaliento en muchos casos puede ser expresión del acercamiento simplista a la realidad e incapacidad por enfrentar los problemas.

La violencia en nuestro país es un hecho que lastima de muchas maneras. Todos desconfiamos de todos, y el crimen organizado se extiende por todas partes.

La sociedad en la cual vivimos no cuenta con instrumentos jurídicos que le permitan exigir al Estado la vigencia de los derechos y las garantías reconocidos en la Constitución. La ausencia de instrumentos para exigir su cumplimiento los convierte con frecuencia en derechos de papel.

La actividad democrática en el país se ha reducido a la mera participación del voto en los procesos electorales, y no hay seguimiento a las acciones de quienes ejercen el poder. La difusión pública de los escándalos de corrupción y la ausencia de vías para sancionar a los malos gobernantes acrecienta la percepción de impunidad y entonces la ciudadanía sólo queda como espectador.

Todos los ciudadanos que buscan el bien común de México están implicados en la transformación de nuestro país. Los ciudadanos católicos también son impulsores del bien común, junto con todos los ciudadanos. Todos debemos descubrir la relación entre política, bien común y participación. Reconocer y asumir los retos que tenemos como ciudadanos en la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio.

Querer apartar a los católicos de la vida política por el hecho de manifestarse coherentes con su fe es una forma de intolerancia y discriminación religiosa, violatoria de los derechos humanos. Por tanto, un católico que vota según estos principios está contribuyendo a la maduración de un auténtico Estado laico y democrático.

¿Cuáles son las reflexiones que se hacen los ciudadanos católicos para votar por los candidatos?

Un ciudadano católico debe votar por un candidato que respalde con su ejemplo las virtudes humanas, sociales y cristianas, como son el respeto a los demás, saber escuchar, el diálogo, decir la verdad, honestidad, vida moderada, lealtad conyugal y amor a su familia.

Debe votar por un candidato que demuestre con hechos su espíritu de servicio a los demás, con especial preferencia hacia los pobres y que en todo y sobre todo defienda la dignidad de la persona humana.

Debe votar, preferentemente, por un candidato que tenga cualidades de gobierno y que garantice la vigencia del estado de derecho mediante la aplicación de la ley, sin excepción de personas o de cargos.

Un católico sabe que, si bien la democracia no se agota en el proceso electoral, su fe lo compromete a colaborar en el bien del país emitiendo su voto libre, secreto, personal e informado. El abstencionismo es un pecado de omisión.

El ciudadano católico sabe que está obligado a conocer los principios y la doctrina de los partidos y candidatos y a no dejarse manipular. Es pecado grave comprar o vender votos y colaborar de cualquier manera en un fraude electoral.

Debe brindar a las instituciones ciudadanas que participan y cuidan de los procesos democráticos su respeto y apoyo. La democracia es un bien que todos debemos proteger.

Por el tsunami de violencia normalizada que estamos viviendo, los obispos en el documento Participar para transformar piden oración, discernimiento y participación cívica en las elecciones y hacen un llamado a las personas de buena voluntad para que la jornada electoral del 1 de julio sea pacífica, así como esforzarse por hacer un discernimiento crítico para elegir a quienes puedan abonar al bien común, y a participar activamente en las elecciones.

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JJ/I