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Populismo

En distintas latitudes el populismo ha emergido como la respuesta a las torpezas institucionales del gobierno en turno. Este concepto tan difuso encarna asociaciones detestables. Se le visualiza como el inicio de la decadencia y no como una respuesta a la descomposición sistemática. En esa confusión radica la incompetencia de quienes se autonombran combatientes de la ola populista.

Entender el populismo eleva el debate entre distintas visiones de futuro, ya sea de izquierda o de derecha. La primera característica del populismo es que se opone al sistema, es una corriente que va contra el establishment. El populismo es una consecuencia del sistema inoperante, este deseo colectivo emerge si, y sólo si, las demandas colectivas han sido bloqueadas.

Detrás de toda germinación populista hay una crisis de representación política. Ante esta crisis institucional emergen guías de nación con un lenguaje sencillo, con soluciones generalizadas que no ofrecen un plan de acción coordinado, sino que promueven una salvación del sistema que comprueba estar configurado para el beneficio de la elite. 

El populismo plantea una división dicotómica de la sociedad, quienes están con el pueblo y contra él. En este escenario lo más probable es que el populista, aquel líder carismático, pueda salir vencedor del ejercicio electoral. Para muestra los resultados de Reino Unido, Estados Unidos, Hungría y distintos Estados de América Latina. En mi opinión, cultivar esta visión dicotómica de la sociedad es el error de todo opositor a las corrientes populistas, dicho error fue entendido por Macron.

El ejemplo del primer mandatario francés es ideal para ilustrar el combate al populismo “simplista” o sin fondo, me refiero a aquél que une masas a partir de la “idealización” de la salvación. Emmanuel Macron se olvidó de esta división y debatió en el terreno populista, aceptó el diagnóstico de Le Pen, sin embargo, ofreció ideas frescas, incluyentes y plurales. A diferencia de otros casos en los que la oposición apuesta de forma obstinada por concentrar la contienda política en una guerra de descalificación populista.

Pese a que el fenómeno Macron aconteció en 2017, consideré importante reivindicarlo y presentarlo ante la notoria descalificación testaruda del populismo en México y en otros países de la región. Los líderes populistas florecen si el terreno es fértil, por consiguiente, cualquier ataque hacia ellos se convierte en un ataque hacia el pueblo, recordemos que su planteamiento supone únicamente dos bandos.

En conclusión, tratar peyorativamente el concepto populismo, es un balazo en el pie para quienes se oponen a este fenómeno. Si bien, concuerdo que existe una crisis de representación política, no coincido con los debates superficiales. El debate de fondo se construye a partir del reconocimiento de las carencias del sistema. El populismo se nutre de los ataques directos y se debilita si se acepta su diagnóstico, pero se diferencia en su solución.[email protected]

JJ/I