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Del carro completo al carretón de la basura

A unos días del primer debate podríamos esperar que las posiciones de los candidatos se movieran; sin lugar a duda Ricardo Anaya tuvo mejor desenvolvimiento en el debate, con todo su puntaje se recuperó de 26 por ciento en abril a 30 en mayo, pero no le alcanzó a igualar los 32 que había logrado en febrero. Andrés Manuel López Obrador, el candidato puntero, se mantuvo en su línea ascendente de 40, 42 y en mayo 48 por ciento de las preferencias, pese a que su desempeño en el debate fue básicamente no responder al ataque del resto de los candidatos; eso tampoco convence ni emociona. AMLO estaba exigido a precisar o dar respuesta clara sobre en qué consiste la dichosa amnistía: no una estrategia de seguridad basada en la fuerza, sino “una estrategia de pacificación para transitar a una paz social, a la recomposición del tejido social”, como ha expresado la ex ministra Olga Sánchez Cordero, en la que se combatan las causas de la violencia y la delincuencia, no sólo sus efectos.

Si el candidato de Morena no quiere dejar flancos de ataque, él es quien debe ofrecer información contundente, pues corre el riesgo de que sus adversarios le pongan el contenido que quieren y promuevan el miedo que la incertidumbre provoca.

Meade nomás no repunta y si los rumores de que es posible el cambio de candidato han llegado al populacho, es porque los priístas no ven fácil sostener a un aspirante con sólo 17 por ciento de las preferencias, 20 puntos por debajo del puntero y a 13 del segundo lugar. La consecuencia inmediata ha sido el cambio de la dirigencia en el PRI y se fue Enrique Ochoa Reza. El relevo es René Juárez, ex gobernador de Guerrero, coordinador de la campaña de Meade en Tlaxcala, Puebla, Morelos, Guerrero y la CDMX. Reconocido como mejor operador político que su antecesor y bien entrenado para aplicar sus mejores artes con el fin de tumbar a AMLO.

Por más simpatías que haya generado en las contiendas electorales y hoy aventaje en las encuestas, AMLO no puede dormirse en sus laureles y deberá responder de manera mucho más inteligente a las provocaciones directas y campañas encubiertas dirigidas a infundir miedo o desalentar el voto entre los electores dudosos.

Para contrarrestar la fuerza de los adversarios unidos, Andrés Manuel deberá ayudarse, primero dejando muy claro cuáles son las prioridades de su proyecto de gobierno, en qué consiste su Proyecto Alternativo de Nación, qué puede hacer la diferencia con lo que ya hemos tenido en México con el PRI y el PAN, de manera que se antoje probar esa opción.

Segundo, debe explicar con mayor claridad y contundencia los asuntos polémicos como la amnistía o qué giro puede dar a las reformas que más importan al país, como la educativa, criticando justo el énfasis administrativo de Peña Nieto y el ex secretario de Educación, Aurelio Nuño (que podría perfilarse como candidato sustituto), y proponer las condiciones para un mejoramiento efectivo en la calidad de la educación, con lo que todo mundo podría estar de acuerdo.

Tercero, debe dejar de recoger los desperdicios que ya ni el PRI quiere y postularlos para candidatos al Senado, diputaciones o a formar parte de su gabinete. Esos sólo suman al carretón de la basura, no a ganar mayoría legislativa.

Cuarto, con muchos trabajos AMLO construyó una relación cercana con los empresarios, no puede tirar a la basura lo avanzado hasta ahora. Aunque sea cierto que “algunos empresarios hayan construido una relación de complicidad con los gobiernos” de todo signo y es valiente al denunciarlo, necesita convencerlos, no espantarlos; los necesita como socios en un proyecto que incluya y comprometa a los mejores, a fin de que todos los mexicanos podamos ganar.

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JJ/I