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Elecciones: la mecha encendida

La que venía siendo una campaña de candidatos a la Presidencia de la República que gozaba de la cobertura natural y tradicional de los medios de comunicación, hoy con el ingrediente de la inmediatez a través de las redes sociales se ha desviado para convertirse en un escenario de guerra entre quienes están fuera de esta contienda electoral.

Pero lamentablemente esta guerra no es de ideas, no es de contraste sobre un candidato u otro, no es de análisis de proyectos que presentan los aspirantes, no es para debatir qué país queremos y hacia dónde debemos llevarlo todos, luego de conocer quién es el ganador en esta elección.

No, ésta es una guerra retórica con descalificaciones más allá de las naturales –si se les puede llamar así– en una contienda electoral; con discursos de odio donde el punto medular es “si no están conmigo están contra mí”; donde el anonimato a través de las redes sociales permite, incluso, lanzar amenazas en contra de la integridad física de quienes piensan diferente, generar encono.

Una lucha electoral por la Presidencia de la República que debe de tener únicamente como protagonistas a cinco aspirantes –Ricardo Anaya, Andrés Manuel López Obrador, José Antonio Meade, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala– se ha desvirtuado por el calor de la contienda y la descomposición del ambiente se origina en torno a uno de esos candidatos que se mantiene como espectador ante la tranquilidad que da saberse puntero por amplio margen en las encuestas: López Obrador.

Es López Obrador enfrentando a escritores como Jesús Silva Herzog-Márquez y Enrique Krauze; es Andrés Manuel confrontado con las cúpulas empresariales, quienes le han respondido en dos amplios desplegados periodísticos; es Paco Ignacio Taibo II, integrante del equipo de AMLO, quien recomienda expropiar empresas, gobernar por decreto y tiempo atrás fusilar a quienes no piensen como ellos; es Marina, la hija de Taibo II, quien exige a quien no le guste lo que dice su padre que “se largue de México antes de que gane AMLO”; es Beatriz Gutiérrez, esposa de López, quien festeja la amenaza de la joven: “Muy buena, Marina”, escribió en su red social…

Y en el camino el inimaginable enfrentamiento entre dos colegas: los periodistas Ricardo Alemán y Julio Hernández López, a raíz de un retuit que hizo el primero sobre un meme-invitación a un presunto atentado en contra de López Obrador, que llevó a que lo despidieran de dos televisoras en las que laboraba –además del inmediato linchamiento en las redes sociales– y que al segundo le recordaran su encarcelamiento por presuntos actos terroristas en 1975. O que también se recordara la ocasión cuando Denisse Dresser manifestó públicamente –en televisión– su deseo por que Elba Esther Gordillo quedara muerta en una de sus cirugías plásticas o cuando compartió su humor negro en el que solicitaba un piloto con depresión para conducir el avión presidencial.

Y a todos ellos se les suma un ejército de seguidores, simpatizantes, detractores y adversarios que de manera directa y abierta, pero también cubierta por el anonimato que permiten las redes sociales, atizan el fuego del encono, de la crispación y del enojo social.

Lo lamentable es que los de arriba, pasada la elección, llegan a acuerdos y liman asperezas, mientras los de abajo se quedan encendidos y enfrentados con el coraje y la irritación contenida hasta que surja una nueva válvula que les permita soltarlo.

Faltan 54 días para la elección y muchas cosas pueden suceder. Pero no sólo en el ámbito electoral, sino en el social, donde quizás lo que menos importe es qué posición ocupa cada uno de los candidatos en las preferencias electorales, sino hasta qué grado se prendió el ambiente que tengamos que lamentar luego sus consecuencias.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I