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¿Qué hacer con la economía de Jalisco?

Anoche fue el primer debate entre los candidatos por la gubernatura de Jalisco. Todos los temas estuvieron asociados a la situación, perspectivas y alternativas estatales: movilidad, medio ambiente, desarrollo económico, empleo y salario. Más allá de lo que hayan podido debatir de menos de dos horas la complejidad del estado lleva a la necesidad de plantearse una estrategia que vaya más allá de proyectos puntuales.

En principio parecería que la situación estatal es menos mala que la nacional: de 2010 a 2016 el PIB de Jalisco creció a 3.9 por ciento anual, frente a 2.9 por ciento a nivel nacional y para 2017 habrá registrado alrededor de 3.3 por ciento (Inegi). Sin embargo, ello no necesariamente significa que las condiciones de vida de la población mejoren.

Si bien se redujo la pobreza de 2014 a 2016 se debió en parte a cambios metodológicos del Inegi para el levantamiento de la información y en parte a una evolución moderada de la inflación de la canasta básica, dada la reducción de los precios internacionales de múltiples bienes alimenticios, combustibles y manufactura de bajo valor agregado y alto consumo (commodities). Sin embargo, a partir de fines de 2016 tal comportamiento se revirtió (basta observar el precio de gasolinas) y actualmente el deterioro social es notorio. El crecimiento es necesario pero insuficiente para mejorar las condiciones de vida. Además, si el crecimiento se acompaña de prácticas medio-ambientales destructivas, resulta contraproducente.

En cuestiones laborales la situación también es ambivalente: la tasa de desocupación es particularmente baja (2.9 por ciento al cuatro trimestre de 2017), pero según la ENOE-Inegi, 4.3 por ciento de los ocupados laboran sin percibir ingresos; 9.9 por ciento perciben a lo sumo un salario mínimo; 27 por ciento perciben de uno a dos; 32.2 por ciento están en el rango de dos a tres; 20.3 por ciento en el de tres a cinco y sólo 6.26 por ciento percibían más de cinco salarios mínimos, 12,166 mensuales. El salario promedio de cotización al IMSS en Jalisco, es de 343.2 pesos diarios, cuando el promedio nacional es de 349.38, en Monterrey 384.68 y en el sur de la Ciudad de México 400.93.

Si Jalisco compite y crece con alto deterioro ambiental, bajos salarios y creciente pobreza… ¿Para qué queremos tal competitividad y crecimiento? Además, basados en este esquema el crecimiento y la competitividad se encuentran en entredicho. En la negociación del TLCAN, Estados Unidos y Canadá demandan mejores condiciones de trabajo en México para la producción de bienes exportables y muchos otros estados han competido igualmente sobre el esquema de bajas remuneraciones.

De igual modo la competitividad de Jalisco se complica si se le sigue impulsando vía privilegios fiscales, otorgamiento de terrenos, agua, exenciones a pagos de seguridad y fijación de sindicatos dóciles y posibles contratos de protección en favor de las empresas, pues todo esto es ahora advertido como competencia desleal por parte de México.

A nivel interno, las alianzas público–privadas han derivado frecuentemente en el otorgamiento opaco de obras de concesiones, en donde no queda demostrada la preminencia del interés público y se favorece una mayor polarización económica. Por su parte, la actividad económica de Jalisco continúa concentrándose cada vez más en pocas ciudades y sectores, en detrimento del resto.  Mientras que la fabricación de prendas de vestir y la curtiduría se derrumba a una tasa anual de 5.7 por ciento, la industria electrónica crece a 10.4 por ciento.

¿Qué es lo que realmente haría el nuevo gobierno ante estas polarizaciones? 

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JJ/I