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Quinto Patio

Tras el debate de ayer entre los siete candidatos a la gubernatura, van preguntas recordatorias del doctor IQ y sus 84 mil pesos a los buenos respondedores: ¿quién sacó a cuadro más carteles o fotos?, ¿cuántas fichas de antecedentes penales aparecieron?, ¿quién fue el más criticado y raspado?, ¿quién evadió más cuestionamientos, cuál torero embestido?, ¿alguno se hará el antidoping, dejará que le apliquen el detector de mentiras o el examen de salud mental solicitado?, ¿Tlajomulco y sus alcaldes naranjas puntearon en las críticas?, ¿Guadalajara se quedó atrás?, ¿quiénes sí hablaron del salario?

Y másssssss preguntas: ¿quién fue el más duro y crítico?, ¿el formato usado resultó el mejor para un verdadero debate?, ¿cuántas veces se mencionaron denuncias penales hechas o por presentarse?, ¿cuáles fueron las frases de an-to-lo-gía?, ¿cuántas veces se escuchó el nombre de López Obrador?, ¿quiénes se engancharon en el pleito?, ¿las críticas superaron a las propuestas?, ¿hubo un ganador o ganadora?, ¿cuántas baldazos de agua fría casi salpicaron la pantalla? ¡Se abre el posdebate, quintopatieros!

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Sin duda que los más señalados, cuestionados y colocados contra la pared fueron el candidato Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano, y Carlos Lomelí, de Morena y los partidos del Trabajo y Encuentro Social. Precisamente ambos candidatos son puestos en encuestas como quienes van en primero y segundo lugar, respectivamente, en la intención del voto. Les llovió duro, tupido y a la cabeza. Pero tuvieron distintas estrategias: Alfaro optó porque le resbalaran algunas preguntas y críticas de los otros seis candidatos y decidió centrarse más en sus propuestas.

A un serio Alfaro le cuestionaron desde su gobierno y los gobiernos naranjas en Tlajomulco, la contaminación de la Presa Valencia y del lago de Cajititlán, su relación ahora cercana con Raúl Padilla (prometió que en su sexenio habrá “reconciliación y diálogo”), la construcción de torres “malhechas” a cambio de una modesta compensación al ayuntamiento tapatío, la supuesta venta del Parque El Deán, entre otros temas. Sí respondió que no se vendió El Deán, sino el terreno aledaño que era un basurero y será un desarrollo inmobiliario, y destacó que en Cajititlán construyó cuatro plantas de tratamiento. Y finalizó con su bandera y apuesta electoral: refundar Jalisco.

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A su vez Lomelí se defendió como gato boca arriba del alud de críticas que especialmente del origen de su riqueza y sus vínculos le hicieron el resto de candidatos: Miguel Ángel Martínez (PAN), Martha Rosa Araiza (Panal), Miguel Castro (PRI), Salvador Cosío (PVEM) y Carlos Orozco (PRD), con quien trae un encontronazo intenso, un tiquis miquis duro. El candidato de Morena se concretó a mostrar el sitio web con su nombre, en el que dice están tooooodos los documentos que disipan dudas sobre su honestidad y negocios.

Lomelí se fue con todo contra Alfaro. El ex alcalde tapatío fue el único que no mostró un cartelito en el debate, pero sí una USB con archivos que apuntó sustentarán la denuncia penal contra Lomelí por irregularidades en un contrato por 500 millones de pesos con Pensiones del Estado. ¡Gulp!

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Miguel Castro dividió sus intervenciones en críticas más contra Alfaro y poco menos a Lomelí, y en plantear propuestas; comparó la refundación alfarista con un chivo en cristalería y propuso se hagan antidoping, les apliquen el detector de mentiras y un examen de salud mental. El panista Miguel Ángel Martínez tuvo críticas para todos, que dijo traen la cultura del priísmo. El ahora simpatizante verde, Salvador Cosío, increpó, ironizó y también salió cuestionado.

Araiza, del Panal, habló con desdén de los otros seis candidatos y sus propuestas. Donde se voló la barda fue cuando, primero, presumió en redes sociales su vestido verde turquesa, y en el debate espetó, queriendo ser irónica: “Todos mis compañeros han de haber comprado sus trajes en una buena tienda”. Total, fue un primer debate-pleito-de cartelitos, de todos contra todos; de montón contra Alfaro y Lomelí; con un titipuchal de críticas, denuncias penales y exhibición de fichas de antecedentes penales; de trifulca verbal-electoral por momentos encarnizada.

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JJ/I