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Intolerable y descarada

Los políticos y los pañales deben ser cambiados con frecuencia y por la misma razón
Mark Twain

 

Pasaron ya más de dos semanas del lamentable descubrimiento de los restos de los estudiantes de cine desaparecidos. La versión de la Fiscalía es que fueron asesinados y, posteriormente, sus cuerpos disueltos en ácido. Por lo poco que se sabe, supuestamente los cineastas utilizaron una casa propiedad de Diego Gabriel Mejía, integrante del Cártel Nueva Plaza –que le disputa al Jalisco Nueva Generación sus espacios de negocios– y, además, yerno de la tía de uno de los estudiantes.

La mujer les prestó una casa –propiedad de Mejía, aunque a nombre de ella– para filmar un trabajo escolar y miembros del dominante CJNG los confundieron con integrantes de la organización que busca desplazarlos. Al final, tras ser interrogados, fueron asesinados y sus cuerpos fueron metidos en ácido supuestamente para evitar su reconocimiento.

Resulta muy difícil contradecir los resultados de la investigación realizada por la autoridad, pero son muchos los ciudadanos que no confían en ellos. La fiscalía deberá presentar prueba científicas irrefutables que prueben sus hallazgos si pretenden convencer a las familias y la ciudadanía.

El día a día

Al final, como sea que haya sido, resultan inexplicables los sucesos que acontecen provocados por los altos índices de criminalidad que prevalecen en el estado y que se mantienen en una escalada que parece no tener fin. Da la impresión de que los criminales actúan con entera libertad, al amparo de una impunidad que pareciera pactada por lo menos con una parte de las autoridades, que cuentan con influencia suficiente para manipular los pasos jurídicos a su gusto y dejar en libertad a los delincuentes, si es que alguna vez son detenidos. La corrupción ha llegado a límites tan intolerables como descarados. Todos los días hay un nuevo suceso, otro crimen terrible, cuya noticia, sin embargo, ya no sorprende a nadie.

De tres bandas

Cambiando de tema, el domingo hubo un primer debate entre candidatos a la gubernatura de Jalisco. Interesante me pareció el punto de vista del periodista José A. Gutiérrez sobre el objetivo de cada candidato al inicio del evento: mientras que el puntero Alfaro trataría de blindar y consolidar su ventaja, Castro y Cosío buscarían ganar credibilidad para crecer; Orozco actuaría como pugilista para ayudarle a Alfaro contra Morena, en tanto Araiza y Martínez tratarían de salir bien librados y, finalmente, Lomelí iría a defenderse y echarle porras a AMLO.

Al final, aunque Enrique Alfaro es quien va arriba en las encuestas desde hace tiempo, la realidad es que fue Carlos Lomelí el que más golpes recibió, algo que para diversos analistas ha resultado inexplicable; durante la sobremesa se comentó que, probablemente, se debió al acelerado crecimiento que ha tenido en las preferencias de voto, considerando que las campañas no llevan mucho y queda tiempo más que suficiente todavía para que, si continúa con esa tendencia, logre darle batalla al gallo de Movimiento Ciudadano.

Lo anterior explica la guerra sucia orquestada contra el doctor Lomelí, publicando, la semana pasada, dos notas de ocho columnas en portadas consecutivas del periódico Milenio, una con acusaciones sobre falta de transparencia y la otra de corrupción en las licitaciones de medicinas. Esto le representó un desperdicio innecesario de tiempo para hacer los desmentidos correspondientes. Asimismo, el autor de la estrategia debió desembolsar una importante suma de dinero con la que, incluso, compró una buena cantidad de ejemplares para regalarlos en las calles de la ZMG.

¿Tanto les preocupa en MC el señor doctor?

@BenitoMArteaga

JJ/I