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¿Planeta o Plástico?

La última portada de la revista National Geographic condensa en una expresión artística una problemática de escala global. La publicación correspondiente al mes de Junio muestra un iceberg fusionado con una bolsa de plástico y se acompaña de un contundente titular ¿Planeta o Plástico? El subtítulo pone la estocada final “8 millones de toneladas de plástico acaban en el océano cada año. Y eso es sólo la punta del iceberg”.

Las reacciones a la portada no se hicieron esperar. “Maravillosa e inquietante”, “Estética, elocuente y oportuna”,  “Una portada memorable”, “es im-pre-sio-nan-te” son algunos de los elogios que recibió la creación de Jorge Gamboa, el artista mexicano creador de la portada. 

No hay duda, la imagen está a la altura del reto y emergencia planetaria que supone el uso indiscriminado del plástico; sin embargo, el tema tiene que escalar de reacciones emocionales a acciones concretas, tal como lo contempla el nuevo proyecto ambiental de la República de Chile.

El reto no es cosa menor, según con la Asociación de Industrias del Plástico en Chile, en promedio, se usan 3 mil 400 millones de bolsas plásticas al año, un estimado de 200 bolsas al año por habitante. Además la vida útil de una bolsa de plástico ronda los 12 minutos, una vez convertida en residuo tarda más de un siglo en degradarse. En definitiva la relación costo-beneficio es diametralmente asimétrica.

Para hacer frente al problema el Ministerio de Medio Ambiente anunció el envío de indicación al Congreso para prohibir las bolsas plásticas en todo el comercio, una vez que sea aceptada por el Parlamento el proyecto de ley entrará en vigencia un año después de su publicación en el Diario Oficial.

Tan memorable la iniciativa de prohibición como la portada. A diferencia de otras propuestas presentadas en distintos Estados, la moción chilena también contempla eliminar el uso de bolsas plásticas biodegradables. Su argumentación es ejemplar, el Instituto Nacional de Normalización (INN) lo explica en dos partes.

En primer lugar no existe una norma técnica a nivel internacional que permita certificar la biodegradabilidad de las bolsas en condiciones naturales. Asimismo, se explica la mayoría de las bolsas “degradables” requieren de procesos industriales para su degradación, por lo tanto, cuando estas llegan al relleno sanitario no se degradan.

Con los datos ofrecidos es innecesario proveer más evidencia para denotar la urgencia de un cambio en las regulaciones ambientales y en el comportamiento ciudadano. Aspirar a una conciencia global implica asumir una conciencia individual sobre lo que ocurre en nuestra realidad. Si bien el modelo chileno es de aplaudirse y debería de replicarse, es aún más importante asumir un rol activo como individuos y pujar tanto por la prohibición en nuestros países como en nuestro acontecer cotidiano.

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JJ/I