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Preguntitas

La justicia, aunque anda cojeando, rara vez deja de alcanzar al criminal en su carrera
Horacio

 

En el noticiero matutino de La red de Radio Red, el periodista Sergio Sarmiento hizo ayer una interesante reflexión en Jaque Mate, su cotidiano comentario editorial, sobre el obligado tema del segundo debate entre candidatos presidenciales que se llevó a cabo el domingo pasado.

Dijo Sarmiento que, al final, las campañas no son para ganar debates, sino elecciones, afirmación que tiene todo el sentido común. No cabe duda que aquel candidato considerado por el público como ganador del debate resulta fortalecido en su imagen, pero lo que dará el triunfo a uno u otro de los aspirantes será convencer a la ciudadanía, en las calles, de que él y su proyecto son los mejores.

Deberá demostrar que tiene bien definida la fórmula para obtener los recursos para realizarlo, que cuenta con los conocimientos y las habilidades necesarias, que reunirá al equipo humano idóneo para acompañarlo en la tarea y que trabajará con honestidad para cumplir con los objetivos que propone.

Puede entenderse, entonces, que cada candidato ha ido diseñando el proyecto de gobierno que emprenderá, la estrategia que implementará para realizarlo y se ha ido rodeando de los profesionistas expertos que desde ahora lo acompañan –y lo harán después en el gobierno si consigue los votos para triunfar–, lo que permite que los votantes se vayan formando una idea de las posibilidades reales que cada suspirante tiene de lograr un buen gobierno.

Encuestitis

La realidad actual –y desde hace varios meses– es que los medios de comunicación, organizaciones sociales y empresariales, partidos políticos y hasta particulares han emprendido un bombardeo sistemático de resultados de encuestas, sondeos y estudios de opinión o de preferencias de voto, que van desde los realizados por empresas profesionales –aunque no todas serias–, hasta ejercicios con vigencia limitada efectuados por particulares a través de redes sociales, como Facebook o Twitter, que ofrecen toda clase de resultados, muchos de ellos disparatados, pero que convencen a personas que los defienden a capa y espada. Esto ha contribuido a polarizar el ambiente en el país, fanatizando a muchos ciudadanos y provocando una grave división entre los mexicanos.

1º de julio: la soledad

Todos los que acudamos a sufragar el día de las elecciones, después de haber sido víctimas del aluvión de mensajes publicitarios, volantes, calcas para el auto, debates, pronósticos de toda clase basados en resultados de estudios y sondeos, llegaremos al principio de la fila y pasaremos a la soledad de la casilla.

Ahí y solamente ahí es dónde deberemos responder qué país queremos dejarles a nuestros hijos y nietos, qué consecuencias tendrá la elección que haremos en cada espacio de la boleta para cada puesto de elección: presidente de la República, gobernador, alcalde, diputados –locales y federales–, senadores, pues de eso dependerá que el país, el estado, el municipio, sean gobernados por ocurrencias carnavalescas o por decisiones profesionales. De ahí surgirán también las leyes que protejan a los ciudadanos de criminales y defraudadores o que les otorguen perdón para que sigan lastimando el patrimonio, la seguridad y la vida de los mexicanos.

Preguntitas

Al final del día será necesario responder cuestiones básicas, elementales: ¿cómo puede cumplir López Obrador todas las promesas que ha hecho? ¿Puede Ricardo Anaya con el paquete de gobernar un país con la experiencia que ostenta? ¿Es José Antonio Meade quien se encuentra mejor calificado para la conducción del Estado mexicano? ¿Quiénes de ellos son honestos o, por el contrario, son corruptos?

Y, al final: ¿por quién voto, qué futuro quiero?

@BenitoMArteaga

JJ/I