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Los pingüinos

Era un campamento judío donde por miles de dólares los padres enviaban a sus hijos a pasar el verano.

Tenía clases como natación o taller de cerámica, que a los chicos no les interesaba y terminaban haciendo sólo ceniceros como regalo para sus padres.

A este taller llegó un niño llamado Aaron que pensó moldear a un hombre con armadura de caballero.

Al empezar su obra, le preguntó al maestro qué tipo de dragón sería el que su figura estaría enfrentando.

El maestro dijo que si no iba a moldear también a un dragón de cerámica, no tenía caso saber qué tipo de bestia sería.

Aaron replicó que era importante, porque la postura de su caballero –y su aspecto valiente– quedaría definido por el tamaño o la gravedad de la amenaza que alcanzara a imaginar.

Esto es parte de la historia titulada El concurso de Aaron Gold, publicada en Los mejores cuentos americanos de 1956 (libro que también incluye La chica mexicana de Jack Kerouac) y adaptado a la serie televisiva de Alfred Hitchcock.

En este cuento, uno de sus primeros, el autor exponía errores del sistema educativo; la obsesión por competir y valorar el físico por encima de la imaginación; la derrota del individuo contra la masa; y además criticaba a la religión con una actualización de la historia bíblica del becerro de oro de Aaron.

Exactamente en los mismos años, pero en Francia, un ilustrador y tarotista italiano comenzaría a hacer carrera y a volverse famoso no con cerámica sino con arcilla.

Su imaginación le alcanzaba para libros que exponían la vida en el campo con personajes de animales, gigantes o duendes en una serie titulada Historias del Bosque.

Entre sus personajes llegaron el panda Pandi, la foca Robbie y el pingüino Pingu convertido en una serie animada foto a foto transmitida en México por el canal Once del IPN (que según Peña Nieto tiene 500 o 400 años de existencia).

Entre el autor del cuento y el creador de Pingu no hay nada en común, salvo que ambos murieron esta semana.

El escritor, Philip Roth a los 85 años; el ilustrador, Antonio Lupatelli o Tony Wolf, a los 88.

Desde sus distintas obras, ambos ayudaron a expandir con su arte la mente de varias generaciones. Uno con su crítica a lo políticamente correcto, al racismo, al miedo al sexo; y el otro con su humor, imaginación y ternura.

Los pingüinos no dejan de llorar.

@los21fosfenos

FV/I