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Su pasión: traer a la vida a sus ‘monitos’

INICIOS. Cuando inició, prácticamente nadie en México hacía stop motion, y el recorrido no ha sido fácil. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

Cuando le preguntas a René Castillo cuál es la satisfacción de llevar más de 25 años viviendo de la animación, su respuesta es sencilla, pero ilumina su rostro: “Es maravilloso poder vivir de mi pasión: hacer monitos y traerlos a la vida”.

René Castillo saltó a la fama en 2001 cuando salió a la luz el cortometraje de stop motion Hasta los huesos, que recorrió más de 300 festivales y ganó poco más de 100 premios internacionales.

Cuando inició, prácticamente nadie en México hacía stop motion, y el recorrido no ha sido fácil.

“Más de una vez he vendido mi coche y he pedido prestado, pero es parte del viaje y no me quejo. Nunca he perdido el enfoque de por qué quiero hacer películas y disfruta el proceso”.

“Desde que tengo memoria me la pasaba haciendo muñequitos de plastilina; en mi infancia todo el tiempo, si tenía dinero, me iba a la tienda de la esquina para comprar plastilina, y yo era feliz con barritas de plastilina y creando personajes, pues jamás copié muñecos de la tele, todo el tiempo inventaba muñecos y les creaba su historia”, aseguró René.

En la secundaria fue feliz en el taller de barro, donde moldeaba y era el consentido de los maestros. En la preparatoria hizo escultura en plastilina y hasta tomó un curso de escultura en arena.

“Sin embargo, jamás pensé que podías dedicarte a la animación o que fuera una opción, y al decidir qué carrera estudiaría, pues estaban las tradicionales y estaba indeciso entre arquitectura, diseño, y al final de cuentas, elegí administración de empresas.

René vivió hasta entonces en la Ciudad de México, pero su papá estaba por construir una casa en Guadalajara y él se vino un año antes a estudiar al ITESO.

“Un día tomé un camión de Guadalajara a México, el camión chocó, yo no me acuerdo de nada, iba dormido, pero desperté como 10 días después en el hospital. Fue accidente súper fuerte, murió mucha gente, yo me fracturé la cabeza, me operaron y afortunadamente desperté”, platicó.

“Mi familia sufrió mucho y yo me recuperé poco a poco, pero cuando hice conciencia de que pude simplemente no despertar, que la vida se va, me dije ‘no sé qué quiero hacer, pero administrar una empresa, no’, y les dije a mis papás que no quería regresar a la escuela, que iba a encontrar mi pasión”.

Pasaron más de dos años de búsqueda, donde una primera opción fue la música, pero en el accidente perdió un oído, y un día supo por la radio de un curso de animación con plastilina y los ojos le brillaron.

“Un rayo me iluminó, paré el coche, apunté la dirección, yo estaba a unas cuadras, cerca de Hidalgo, y dos minutos después ya estaba pidiendo informes del curso. Lo dio una chava, Vivian Barre, quien es chilena y tomó un curso en Alemania”.

Su primer trabajo en el curso fue ver una hora de materiales en stop motion, los mejores del mundo y esa hora fue crucial para René, y dijo: “Si me voy a morir, esto es lo que quiero hacer”.

Tras tres días de curso, supo que debía volver a la universidad, y en el ITESO, aunque no había animación, decidió ingresar a Ciencias de la Comunicación.

“Regresé a la carrera con la claridad absoluta de que me dedicaría a la animación. El primer día de clases llevé mi primer cortito de 4 minutos de una araña, que la hice yo solo, y en el laboratorio pregunté cómo se le podía hacer para pedir las cámaras, luces, y me preguntaron de qué semestre era, y cuando les dije que, de primero, me dijeron que hasta quinto semestre y yo no tenía tiempo”.

Se fue a ver el director, le llevó su corto y le explicó que quería hacer animación, que necesitaba el equipo, y al verlo tan decidido, a los pocos días le dio un juego de llaves del laboratorio, y le dieron el acceso libre las noches y fines de semana.

Los cuatro años de carrera dedicó todo el tiempo que pudo a filmar, editar y aprender todo sobre la animación.

Cecilia Lagos, su ahora esposa, dibujaba muy bien y fue quien le ayudó con las maquetas, la producción. Cada año presentaba cortos y ganaba premios que lo alentaban a seguir.

“Al salir pensé que ya podía hacer un corto como los que vi en el curso, que no fueran sólo ensayos. En ese momento Toño Urrutia me llama porque vio uno de mis cortos, y me dijo que, así como a él le ayudó Guillermo del Toro, él quería ayudarme ahora a mí, y se ofreció a ayudarme a hacer un corto en cine”.

Dos días después ya tenían el guion del corto Sin sostén y tardaron año y medio en producirlo.

“Fue emocionante verlo en pantalla grande, con una gran calidad, ves tus huellas digitales gigantescas y se ve increíble, fue la primera vez que trabajé con cinefotógrafo. Ceci hizo el arte, era nuestra primera historia en cine y con altas pretensiones de hacer buen cine”.

De inmediato Sin sostén ganó en la entonces Muestra de Cine Mexicano (hoy Festival Internacional de Cine en Guadalaja), se fue a diversos festivales y en tres meses ya estaba en el Festival de Cannes.

En esa época conoce a los directivos de Aardman Animations, lo invitaron a ser parte de su equipo y que trabajara con la gente de Pollitos en fuga. Pero regresando a México le aprueban el apoyo de Imcine para realizar Hasta los huesos, y decidió su corto.

Este proyecto, donde habla de la muerte y reflejó su sentir desde el accidente que sufrió, lo trabajó tres años y fue cuando invitó a Luis Téllez a trabajar con él.

“Luis me sorprendió, en ese entonces no conocía a nadie que animara así de bien y lo invité a Hasta los huesos y se vino conmigo a Guadalajara”.

“Aprendimos el uno del otro, Luis también es un loco apasionado”.

Su sueño era presentarse en el festival de animación Annecy, así que inscribió el corto Hasta los huesos sin terminar. Para entonces se casó y la ronda de festivales fue como su luna de miel. Hasta los huesos se presentó en más de 100 festivales y ganó más de 50 premios internacionales.

“En Annecy ganamos tres premios y fue increíble, ahí se inscriben como 3 mil cortos, seleccionan como 80 y se dan como 10 premios, así que ganar tres fue fabuloso. La primera función fue fantástica”, explicó René.

A su regreso había que pagar rentas y empezó en la publicidad, mientras iba progresando en sus propias historias.

“El stop motion yo lo amo, pero descubrí que lo principal es contar una buena historia y el 3D fue mejorando, y ahora me encantan todos los tipos de animación. Ya no hago tanto stop motion, y extraño ese acercamiento con los monitos, pero como director es muy complicado, donde sólo tienes una toma y es frustrante no poder corregir, arreglar”.

Hizo Poncho Balón, una serie de 2D con Carlos Cuarón, Anima Studios y salió por Cartoon Network. Después pensó en hacer una historia del balón, pero terminó en una historia de un niño.

Actualmente, René está en la coproducción de un largometraje con China que se realiza en 3D y se titula El reino de las cosas; la trama habla de un niño que llega a una isla de basura, donde aprende el valor de las cosas.

“Tenemos una historia muy bonita que llevo varios años trabajando con una compañía china, y me la paso viajando. Lo queríamos hacer primero en Guadalajara con Caxan, y hubo dos elementos que se juntaron: la historia todavía no estaba lista y mantener un estudio de 3D en carísimo y complicado en México”.

“Mucha de la gente que entrenamos comenzó a irse a Canadá y no estábamos en condiciones de sostener eso, por eso buscamos un estudio que sí estuviera dispuesto, había estudios de Canadá, Singapur, de Estados Unidos, pero los de China eran los más entusiasmados, los más prendidos y me encantó su trabajo”.

El reino de las cosas es una historia global que ya va en la preproducción. René se quedará un año entero allá, quizá se mude con todo y familia, pero comienza la recta final de un proyecto al que ha invertido sus últimos años.

“Si esta película la llegan a ver millones de niños, quiero que además de divertirse y emocionarse, se lleven algo. El problema de la basura es enorme y espero que dejemos algo en ellos para que cambie su percepción”.

 

Cuando inició, prácticamente nadie en México hacía stop motion, y el recorrido no ha sido fácil.

FV/I