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Desarrollo de Jalisco

La saga de Los juegos del hambre nos presenta un futuro distópico, es decir, una posibilidad que no nos gustaría que llegara a hacerse real. En dicha saga podemos ver cómo, por diversas circunstancias, la capital del país se ha convertido en la única ciudad que puede disfrutar de los recursos que el país en su conjunto produce, al tiempo de que podemos notar el contraste con las provincias, más empobrecidas mientras más lejos están de la capital, lo que se convierte en la base de la trama, al contrastar las grandes carencias de unas regiones con el lujo y el despilfarro de la capital.

La función literaria de las distopías es, usualmente, llamar nuestra atención para que revisemos nuestra trayectoria, y veamos si no vamos en camino hacia el desastre, algo que usualmente ocurre sin que nos demos cuenta, porque dejamos que otras situaciones nos distraigan.

Esto lo traigo a cuento debido a que el periodo electoral me parece un buen momento para discutir entre quienes habitamos Jalisco algunas cuestiones de mucha relevancia, pero que usualmente se dejan para otro momento. La semana pasada comentaba la necesidad de organizarnos para buscar soluciones colectivas y compartidas a la grave inseguridad que padecemos, el cual es un asunto en el que no conviene que esperemos a que la clase política pueda ponerle atención.

Otro asunto a discutir, aunque tal vez con menos urgencia, es el del modelo de desarrollo que queremos para nuestro estado, un asunto en el que ha insistido en foros en los que hemos coincidido, el doctor Antonio Sánchez, investigador del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara.

El planteamiento general del doctor Antonio Sánchez es el siguiente: tenemos dos modelos alternativos de desarrollo para nuestro estado: uno en el que se le apuesta al desarrollo más o menos equilibrado de las diversas regiones de Jalisco y otro en el que el Área Metropolitana de Guadalajara consume todos los recursos y se convierte en una megalópolis.

Cada alternativa tiene sus implicaciones. La primera tiene la ventaja de que se podría propiciar un desarrollo más sostenible y sustentable de las diversas regiones, permitiendo a cada una seguir su propio vocacionamiento; sin embargo, esto implicaría que el Área Metropolitana de Guadalajara dejara de crecer y se limitara a utilizar los recursos que pueda obtener de su propio entorno, sin extraerlos de ninguna otra región. Esto nos llevaría a repensar qué ciudad podemos construir y planear en esas circunstancias, pero que seguramente será menos grande, aunque existirán otras.

La segunda alternativa, apostar por una megalópolis, implicaría que se planee la ciudad de Guadalajara para que pueda expandirse de tal manera que pueda acoger a los habitantes del resto del estado, pues no habría posibilidades de que pudieran vivir en ninguna de las otras regiones de Jalisco. Esto justificaría que la capital consumiera por sí sola todos los recursos existentes, pues sería la única manera de garantizar una vida digna para todos sus habitantes.

Es fácil notar que cualquiera de las alternativas elegidas implicará cambios de varios tipos para unos u otros de los habitantes de nuestro estado, eso es inevitable.

El problema es que no hemos discutido y elegido un modelo de desarrollo, por lo que en los hechos la capital está apropiándose desordenadamente de todos los recursos del estado, y de seguir así es probable que en algunos años enfrentemos el peor de los escenarios: una capital que consume y derrocha los recursos, y crece sin control, y sin la posibilidad de ofrecer una vida digna a quienes vendrán a residir a ella huyendo del desastre regional.

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@albayardo

JJ/I