26 de septiembre, 3 semillas, 43 esperanzas

2018-07-14 21:55:52

“Todo este tiempo ha significado un sufrimiento insoportable para nosotros. Estamos viviendo una incertidumbre y angustia permanente de no saber la suerte de nuestros hijos. Cala en lo más hondo de nuestro corazón no saber de ellos. A medida que el tiempo avanza cunde el olvido y nuestro dolor aumenta. Poco a poco vamos muriendo”: Madres y Padres de los 43.

El pasado viernes 13 de julio se graduó el ciclo escolar de maestros 2014-2018 de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, llamando a su generación “26 de septiembre, 3 semillas, 43 esperanzas”, en honor a los normalistas caídos en 2014 -Julio César Mondragón, Julio César Ramírez Nava, Daniel Solís Gallardo- y en memoria de los 43 futuros maestros que fueron víctimas de desaparición forzada. En medio de fuertes sentimientos de dolor, los jóvenes graduados asumieron el compromiso de seguir luchando hasta encontrar a sus compañeros, de exigir justicia y de acompañar a las madres y padres de los 43 en sus justos reclamos.

Desde septiembre de 2014 los familiares de los 43 han emprendido un camino largo y difícil para exigir la presentación con vida de sus hijos, conocer la verdad y que haya sanciones a los responsables. Quienes hemos tenido oportunidad de acompañarles en el proceso, de escucharles y propiciar espacios solidarios nos hemos dado cuenta de los grandes esfuerzos para visibilizar la dramática situación que ha cambiado su vida para siempre: sus hijos no están, las autoridades que debieran velar por el interés colectivo intentaron criminalizarlos y trataron de cerrar la búsqueda con la versión de que habían sido incinerados en el basurero del municipio de Cocula, en Guerrero, y que recordaremos como la “mentira histórica”, calificada así por Blanca Nava, madre de uno de los normalistas desaparecidos.

Para los padres y madres de los 43 ha sido difícil en todos los sentidos, familias de origen campesino, muchas de ellas de regiones indígenas que dejaron sus proyectos de vida para dedicarse de lleno a buscar a sus hijos, han enfrentado numerosas dificultades económicas, amenazas, intentos por comprar su voluntad y con un deterioro continuado de su salud; durante casi cuatro años se han convertido en portavoz de una realidad dolorosa: en México existe desaparición forzada cobijada por la impunidad y corrupción, bajo el contexto de una violencia e inseguridad generalizada que ha dejado cientos de miles de víctimas.

El dolor por los desaparecidos de Ayotzinapa encuentra eco en un sector de la sociedad sensible a los reclamos de justicia, y más aún porque ha quedado claro que la desaparición de personas en México es muy grave, son 43 pero también 37 mil personas que no están siendo buscadas por las autoridades, que apenas tenemos un marco legislativo resultado de la lucha de los colectivos de las familias para ello, pero que su instrumentación aún se antoja lenta frente a la urgente necesidad de buscarlos hasta encontrarles.

Existe un informe realizado por Fundar sobre el impacto psicosocial que ha significado para las familias la desaparición de los 43, en el documento Yo sólo quería que amaneciera se explican con detalle las afectaciones a la salud física y mental de los familiares de las víctimas; se refiere, por ejemplo, que la respuesta del gobierno a este caso ha generado nuevos eventos traumáticos y es una nueva forma de violencia hacia las víctimas, que la situación ha producido en los familiares sentimientos de indefensión, desamparo y vulnerabilidad ante la pérdida de la función protectora del Estado.

La ceremonia de graduación de la generación 2014-2018 pone de nuevo en perspectiva la terrible pérdida. Hacen falta 3 normalistas que fueron asesinados en los hechos de septiembre, tampoco está presente el estudiante Aldo Gutiérrez, diagnosticado con muerte cerebral como resultado de las agresiones; hacen falta 43 cuyo rostro fue colocado en su butaca para nombrarles, tenerlos presentes y evidenciar la ausencia.

A casi cuatro años de distancia el dolor sigue siendo el mismo, al menos hasta que haya verdad y justicia. Nos faltan 43, nos faltan todos los desparecidos.

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