Quinto Patio

2019-05-04 21:44:45

No es por insidiosos. Peeeeero hay que leer las declaraciones del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar, para comprender de qué dimensión es la corrupción en el Poder Judicial de la entidad. Porque, miren, ¿hey?, reconoció que sí existe un problema de corrupción en el interior del Poder Judicial, de ahí que desde hace cuatro meses (cuando tomó posesión del cargo) se han iniciado investigaciones y procesos disciplinarios contra algunos jueces y magistrados, al igual que auditorías de juzgados de todo el país para detectar posibles actos indebidos y de corrupción, y de ser necesario iniciar de inmediato los procedimientos necesarios.

Ahí no para su declaración, porque re-ve-ló que el problema de corrupción se registra sobre todo en el estado de Jalisco. Leyó bien: en el estado de Jalisco. ¿Qué tal? Pues el ministro presidente indicó que esta entidad es uno de los circuitos donde se reportan diversos problemas, y es donde iniciaron sobre todo investigaciones de procesos de disciplina. O sea, que la corrupción no sólo se da (Alfaro dixit) en el Poder Judicial del estado sino también en Poder Judicial de la Federación. La delincuencia de cuello blanco está también en los tribunales. Miren ustedes, en todos lados se cuecen habas.

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La Tarde de Perros (nos fusilamos el título de la película de Al Pacino) permanente y a la tapatía rebasa los parámetros promedio de violencia registrados hasta ahora. Esta vecindad recuerda escasos periodos de esa magnitud: la inusual cifra de 21 secuestrados en dos viviendas de un par de municipios, Guadalajara y Tlajomulco, cuatro de ellos victimados, con los cuerpos ahí mismo; más otros tres homicidios, entre ellos el vil asesinato de una niña de tres años. Todo en un periodo de 24 horas. Todo un viernes que un reportero que cubre seguridad llamó Viernes rojo. Más los que se acumularon este sábado, en un espiral sin fin.

 Lo peor es que estos casos ya se normalizaron. Si en 2011 arrojaron 26 cuerpos sin vida en vehículos, debajo de los Arcos del Milenio, o luego padecimos narcobloqueos un 1 de mayo en Jalisco, los sucesos sangrientos son como una avalancha que aplasta o sortea cualquier medida de seguridad que ponen en marcha las autoridades. Los asaltos, homicidios y robos se cometen diario en una ciudad en que sus habitantes están desvalidos. Inermes ante los personajes y grupos que operan en sigilo desde hace años, cobijados por la impunidad. La saña contra los niños asesinados no tiene perdón. No merece perdón.

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A propósito de lo anterior, una de las preguntas que circulan en las redes sociales es por qué nadie (o casi nadie) protesta por el asesinato de la niña de tres años de edad (y de otros casos anteriores, que han sucedido por decenas). Sí se cuestionó con total legitimidad el crimen afuera de Casa Jalisco, un feminicidio reprobable como todos, que repugna. Sin embargo, en el caso de la niña las redes sociales enmudecieron. Lo dejaron pasar. Como si no hubiera pasado nada o casi nada. Por ahí se dejaron ver y leer algunas reflexiones de compasión, de señalamiento tal o cual, pero nadie llamó a organizarse para protestar. Una niña víctima más. Que, por desgracia, pareciera poco conmover socialmente.

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La marcha fifí, dirían los amlovers, se realizará hoy dominguito en Guadalajara y otras ciudades. Los autollamados Chalecos México, que originalmente copiaron a los franceses la denominación de origen, que diga, denominación Chalecos Amarillos, quienes se deslindaron de este movimiento, demandan la renuncia ipso facto del presidente Andrés Manuel López Obrador. Su hashtag es #AMLORenuncia. En esta otrora ciudad tranquila ya han convocado con escaso éxito a seguidores. Mientras en redes los traen cual filete de pescado, o sea, sarandeados y se burlan de ellos, le siguen apostando a que la “catástrofe” llamada Peje, caiga. La tienen totalmente complicada, pero siguen haciendo su luchita.

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da/i

 
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