Nuevamente el fuego

2019-05-18 20:43:05

Hay que volver sobre el tema porque el bosque La Primavera sigue siendo presa de las llamas. Vivimos días de fuego, de cielos grises y enrarecidos, de cenizas en las azoteas y los patios de las casas; de olor intenso a quemado; de mareos y dolores de cabeza; de incremento considerable de la contaminación. Nuevamente días de cubrebocas, como aquel no tan lejano 2009 cuando nos atacó la epidemia de influenza que conocimos como H1N1. Situaciones de contingencia ambiental cada vez más frecuentes. En tal escenario no podemos decir Gracias por el fuego, como tituló Mario Benedetti una de sus novelas.

Días de mayo durante los cuales la furia del fuego redimensionó nuestra sensación de vulnerabilidad, de miedo e incertidumbre por vivir en esta conurbación que no para de crecer en detrimento de los bosques, aun sabiendo que esta manera mercantil de producir ciudad tiene consecuencias inmediatas y futuras sobre nuestra salud. Nuestra vida en la ciudad es cada vez en peores condiciones. Momentos de terror de los vecinos de la Venta del Astillero que vieron sus casas envueltas en llamas y sintieron en riesgo su vida y las de sus mascotas. Reiteración de la negligencia y/o la incapacidad gubernamental para reaccionar a tiempo, para prevenir cuando se sabe que es temporada de fuego. Cuando nos consta que el capital inmobiliario, seguro de su impunidad, gracias a la fortaleza de sus vínculos con el poder político, gusta ahora de desafiar a la autoridad.

No es jutificable para nuestra situación saber durante abril y mayo los incendios de los bosques suceden en práticamente todo el territorio nacional. Mucho menos que los días de contingencia ambiental son peores en la Ciudad de México. Ni la 4T ni la Refundación han sabido qué hacer para evitar los incendios o para estar a tiempo y controlarlos rapidamente. También en esto están fallando.

El mensaje gubernamental es claro. Por más que se les llama no llegarán a tiempo. No reaccionarán con la premura que interesa a todos, pero particularmente a quienes habitan en las cercanías de los bosques. Los incendios más recientes han evidenciado el riesgo de vivir en las cercanías, o peor, dentro del bosque. Quizá lo tengan, pero si no, los habitantes humanos cercanos a los bosques deben construir sus propias estrategias, crear su infraestructura, hacerse de las tecnologías y el conocimiento necesario para saber qué hacer, cómo escapar de él y eventualmente cómo combatir y apagar el fuego a tiempo.

Probablemente no esté mal que de manera provisional se cierren algunos accesos a los bosques. Cierto que la visita a ellos es reconfortante, relajante, curativa, pero sus efectos positivos podemos tenerlos sin necesidad de incursionar dentro de ellos. Sin embargo, los mejores vigilantes y cuidadores de los bosques son o podrían ser los propios vecinos de sus alrededores, pero, obviamente, ello requiere de procesos de organización que, aunque mínimos, no son fáciles de realizar, y menos cuando a las autoridades no les agrada que la gente se organice y autoconvoque porque luego empiezan a darse cuenta que no necesitan tanto del gobierno.

Podríamos imaginar en esta situación de abundancia de incendios, por ejemplo, la diferencia que marcaría que, en cada colonia o fraccionamiento cercano a los bosques existiera una brigada comunitaria contra incendios integrada por vecinos debidamente capacitados para actuar en caso de incendio del bosque. La reacción sería inmediata o con mayor premura que demostrada por los bomberos de la zona metropolitana, que, además, en diversas ocasiones se han quejado de no contar con la infraestructura, recuros y tecnologías suficientes para realizar bien su trabajo y correr menores riegos en el desempeño de su labor.

No se tiene que partir de cero, ya que hay experiencia, conocimiento y saber social en este campo. Pongo dos ejemplos: la experiencia de los habitantes de Juanacatlán que adquirieron su maestría apagando los fuegos en los bosques del cerro El Papantón, en ese municipio, al otro lado del río Santiago, y la del Comité Salvabosque en defensa del bosque El Nixticuil, en Zapopan, ejemplares luchadores para apagar a tiempo los frecuentes fuegos provocados en este bosque.

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