Trump, trabuco para la 4T

2019-06-12 23:40:38

Desde su inicio, los esfuerzos desarrollados por el presidente de la República, tendientes a propiciar un cambio de régimen y lograr la cuarta transformación (4T), se han visto confrontados con diversos sectores de la comentocracia, de organismos de la llamada sociedad civil y empresariales, así como medios de comunicación de circulación nacional que se oponen, de manera férrea y sistemática, a las iniciativas impulsadas por Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, en términos generales, con el auxilio de las conferencias mañaneras y las redes sociales, el presidente ha salido airoso, como lo evidencia el alto grado de aceptación ciudadana, superior a 70 por ciento, según las últimas encuestas, así como el respaldo obtenido de la casi totalidad de los gobernadores y del Consejo Coordinador Empresarial.

Empero, lo que no han logrado las embestidas de la oposición interna, en su afán de torpedear el futuro de la 4T, lo hizo un solitario tuit emitido por Donald Trump, en el que amenazaba con la imposición de aranceles a los productos mexicanos si el gobierno federal no impedía el flujo de migrantes. El obús del presidente Trump provocó un estremecimiento en el gobierno federal debido a las consecuencias desastrosas que su implementación impactaría sobre la economía nacional, cuyo sector exportador presenta un nivel de dependencia de 80 por ciento hacia el mercado norteamericano. El lunes 10 de junio iniciaría con 5 por ciento, y en la medida que la restricción de migrantes no se produjera, el arancel aumentaría hasta alcanzar 25. Más allá de la viabilidad de cumplir este calendario, la sola amenaza de su implementación prefiguraba una situación catastrófica que no solamente asestaría un golpe al intercambio comercial, sino que ponía en jaque la viabilidad misma de la 4T.

La amenaza de Trump obligaba al gobierno federal a enfrentarse con un problema que tiene un alto grado de complejidad y en cuya resolución habría de resolver un dilema fundamental: la estabilidad económica versus la política exterior. De entrada habría que señalar que el problema, aunque ha crecido exponencialmente en los últimos meses, no es responsabilidad, estrictamente hablando, del gobierno actual. Sus ingredientes datan de varios lustros en el que se combinan tanto factores externos –crisis de las economías, pérdida de empleos, inseguridad debido al auge de la delincuencia organizada– como factores internos –la ausencia de controles en la frontera sur, caracterizada por su sempiterna porosidad y la actitud omisa de los gobiernos federales–. En ese contexto cobran sentido las sucesivas caravanas de migrantes, que desde los primeros meses de 2018 habían cruzado el suelo mexicano en búsqueda de mejorar sus condiciones de existencia y del sueño americano, y cuyo crecimiento exponencial se definió en su momento como una emergencia humanitaria ante la cual el gobierno privilegió en su política el respeto y reconocimiento al derecho de los migrantes.

Aunque por el momento el eventual daño ha sido controlado, no obstante, la amenaza permanece latente. Más allá de lo efectivo que puedan resultar las medidas instrumentadas por el gobierno actual, algunas cuestionables como el control fronterizo por la Guardia Nacional, sería un error constreñir el problema a una situación bilateral. La migración es un problema global que requiere una respuesta global. La presencia mexicana resulta indispensable en los foros internacionales. Ahí, además de la plaza pública, es donde AMLO debería presentar sus propuestas. Por eso resulta injustificable su ausencia de la próxima Cumbre del G-20. La 4T requiere de aliados poderosos para enfrentar las amenazas de Trump.

@fracegon

JJ/I

 
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