Isaac desborda emociones de estudiantes y p�blico

2019-07-17 22:15:45

Experiencia. Hay dos trucos b�sicos que Isaac comparte: cada movimiento debe tener una intenci�n, y no se refiere a que debe hacerse s�lo con t�cnica y dominio, sino con una emoci�n que lo conduzca. (Foto: Alfonso Hern�ndez)

Yara no contiene las lágrimas. Es la primera vez que ve en vivo a Isaac Hernández y llora. Está en la segunda fila de la Sala Plácido Domingo del Conjunto Santander, y llora. Pero también ríe al lado de su mamá, que la trajo desde Ajijic, donde vive y practica ballet. Tiene 9 años, una mirada fresca y una emoción que no contiene. Está feliz.

La master class que el primer bailarín del English National Ballet impartió este miércoles ante casi 450 espectadores y con 68 participantes de diferentes partes del país en el escenario tocó almas.

“Aprovechen que están en este teatro precioso”, les dice unos 15 minutos antes de terminar la clase. Antes, les ha dicho muchos secretos. Trucos que en las academias no dan. Aprendizajes que sólo se descubren con intuición.

“Voy a mostrarles cosas que me parecieron fundamentales en los primeros años de mi formación, espero verlos en algunos años y ver cómo han aplicado lo que les comparta hoy”, dijo al arranque.

En el escenario, entre las barras, las filas de jóvenes de distintas complexiones llenaron por completo la duela. La primera parte de la clase, Isaac paseó entre ellos para corregir posturas de las posiciones que marcaba previamente, con mesura, con paciencia. Incluso con buen humor. Hubo momentos en que su voz se escuchaba cansada: “Las clase de ballet son cansadas”, confesó entre risas.

Para todos hubo un aprendizaje. Para los neófitos en el ballet, por ejemplo algunos de los padres, fue sencillo ver cómo está disciplina es compleja. Lo fue porque Isaac dejaba en claro que cada movimiento tenía un propósito para obtener distinto resultado.

Para los maestros de danza que observaban, el aprendizaje fue describir que el ballet también se enseña con tranquilidad, que la rigidez puede traducirse en movimientos inspiradores.

Hay dos trucos básicos que Isaac comparte: cada movimiento debe tener una intención, y no se refiere a que debe hacerse sólo con técnica y dominio, sino con una emoción que lo conduzca. El segundo es seguir la musical, dejar que el movimiento del cuerpo sea guiado por los acordes de la música. Hace hincapié en este detalle varias veces, y agradece contar con la ejecución en vivo de la pianista Elena Nikolenko, quien sabe perfectamente cómo acompañar una clase de ballet.

Los primeros 30 minutos de la clase Isaac habla demasiado, dice. Y es que hay mucho que corregir en chicos, la mayoría mujeres, en sus posturas sobre todo. Así que dicen que no hablará más. Salen del escenario las barras y viene una segunda parte de la clase. Los espectadores, y los alumnos, no imaginan que viene lo mejor.

Isaac marca unas piruetas, unos saltos y unos finales de los giros en ciertas posiciones. Los chicos atienden, pero algo falta.

“La intención “, repite Isaac. “Les voy a contar una anécdota, cuando hice el Romeo con Nureyev, él coreografía todo, yo quiero salir y soltar ya al personaje, pero el marca desde cualquier mínimo movimiento, y entonces entendí que todo movimiento tienen una intención, si voy a hacer una pirouette tengo que saber si estoy haciendo a Sigfrido enamorado y girar con esa emoción” y entonces gota y el público aplaude, y entonces los chicos cambian, dejan de lado su rigidez y buscan ser Julietas, Romeos, cisnes negros. Cambian.

A partir de ahí, Isaac ya no está cansado. Empieza a dar giros para decirles cómo, y los espectadores le piden más. “Otra, otra”, le gritan después de una pirueta perfecta y la clase se convierte en una breve, pero inspiradora exhibición.

Al final, luego de varios momentos de aplausos, Isaac les dice que todo lo que puedan lograr sólo dependerá de ellos. Que no dejen de intentarlo y tampoco se queden en el camino sin saber hasta donde su mente puede llevar a su cuerpo, al que describió como la herramienta más perfecta que ninguna otra puede superar.

No esperaba menos

Héctor y Elena Hernández, padres de Isaac y de Esteban, asistieron a la clase en compañía de varios de sus hijos. “Muy bonita la clase, pero sabía que sería así. Les dio secretos que nadie te dice en el aula, es una gran oportunidad conocer otras formas de aprender la danza”, dijo el maestro Héctor.

(Precisión. Emmanuel Thibault corrigió la técnica de 11 participantes de nivel avanzado en su master class. Foto: Alfonso Hernández)

A nivel más elevado

Emmanuel Thibault abrió a la prensa su master class la mañana de este miércoles en el Conjunto Santander. Sus alumnos: once ejecutantes de buen nivel que siguieron con él una práctica con correcciones precisas.

Dictada completamente en inglés, con los nombres de los movimientos en francés correspondientes, los participantes mostraban diferencias muy étnicas: por ejemplo la cadencia de la cadera, que fue señalada varías veces por el bailarín francés de la Ópera de París: más firme, les decía, “que no parezca belly dance”, y todos sonreían.

Ante poco público, Thibault compartió más bien con la prensa cómo es que se desarrolla una clase normal en un nivel profesional de danza, en una compañía, donde se busca precisamente liberar de los vicios de la repetición de los movimientos hechos con ma técnica y menos emoción en la academia, y los llevó a viajar más por la intención de cada uno de ellos. Y los alumnos lo siguieron bien. Hoy repetirán clase. Dalia Zúñiga Berumen

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