Carne artificial, �realmente una opci�n?

2019-08-11 17:35:43

POPULARIDAD. De momento, este alimento est� lejos de ser comercializado, aunque varios pa�ses est�n investigando para desarrollarlo: Estados Unidos, Jap�n, Pa�ses Bajos, Israel, Espa�a, entre otros. (Foto: Especial)

La carne de laboratorio se presenta como una alternativa que promete revolucionar la industria alimentaria, aunque de momento se encuentra en una fase incipiente de desarrollo y plantea más preguntas que respuestas.

Esta opción es aquella que se crea en laboratorios a partir de células madre extraídas de los músculos y de otros elementos orgánicos como pueden ser plumas de un animal. Estas células se recolectan mediante una biopsia, causando un daño mínimo al animal, y luego se reproducen de forma controlada, de manera que crecen y forman un nuevo tejido muscular.

Como otros descubrimientos afianzados en nuestras vidas cotidianas, el origen de la carne in vitro se encuentra en la investigación espacial. Los primeros experimentos para producirla fueron llevados a cabo por la NASA a comienzos de la década de 1990. El objetivo era encontrar la fórmula para poder alimentar a astronautas en misiones de larga duración, e incluso anticiparse a futuras colonizaciones espaciales.

No fue hasta 2013 cuando se presentó (y se comió) la primera hamburguesa creada en laboratorio. La bautizaron irónicamente con el nombre de Frankenburger (en alusión a Frankestein), y fue desarrollada por la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos. Sin embargo, han pasado seis años y aún queda mucho camino por delante, ya que el proceso de producción es extremadamente complejo. Cultivar células requiere aportarles nutrientes (actualmente se utiliza suero bovino), hay que evitar la contaminación de los cultivos, asegurarse de que la reproducción celular esté libre de efectos cancerígenos.

De momento, este alimento está lejos de ser comercializado, aunque varios países están investigando para desarrollarlo: Estados Unidos, Japón, Países Bajos, Israel, España, entre otros.

INCONVENIENTES

Uno de los principales frentes en el que los científicos están trabajando es la falta de sabor y textura. La carne que habitualmente se consume es un conglomerado de varios elementos, como músculo, sangre, grasa, nervios… La carne cultivada es únicamente músculo, y para mejorar el sabor y la textura (la grasa, por ejemplo, es fundamental para aportar sabor) se está experimentando con la mezcla de otros ingredientes.

Otro aspecto problemático es el aporte de nutrientes como vitaminas o minerales, muchos de los que pueden quedar fuera en el proceso de desarrollo en laboratorio. Los científicos trabajan para que la carne artificial tenga las mismas propiedades nutricionales que la natural.

Su elevado coste es también un factor que ralentiza el proceso, aunque la previsión es que se abarate considerablemente si se generaliza su consumo. El costo de desarrollo de la Frankenburger fue de 330 mil euros (más de 6 millones de pesos).

Asimismo, puede existir reticencia por parte de las personas para consumir carnes cultivadas de manera in vitro, algo muy comprensible. En este sentido, si finalmente los productos están certificados científicamente y avalados por las autoridades sanitarias, no deberían preocupar a los ciudadanos en cuanto a riesgo para la salud.

España actúa bajo la tutela de la Unión Europea, cuya Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en inglés) se caracteriza por ser especialmente estricta a la hora de admitir productos que tienen su origen en laboratorios, caso de la carne cultivada o los transgénicos.

Los científicos que están trabajando para desarrollar este tipo de carne creen que en 2020 podría estar lista para ser comercializada. Como casi siempre, estos cálculos tienden a pecar de excesivo optimismo. Just, una compañía estadounidense, asegura que sus nuggets de pollo cultivado a partir de células extraídas de pluma llegarán en apenas unos meses a los restaurantes.

OPCIONES

No hay que confundir la carne in vitro con la carne fabricada a partir de vegetales, que sí que se puede encontrar actualmente en el mercado. La elaboración de estos productos se basa en proteínas vegetales como las de la soja, a las que se añaden otros componentes también de origen vegetal para intentar simular el sabor, el color y la textura de la carne.

Estos productos se someten a diferentes procesos (vaporización, presión, cambios de temperatura…) y se pueden teñir con ingredientes como zumo de remolacha, que simula el color rojizo de la sangre. El resultado son alimentos procesados, del tipo hamburguesas, salchichas o embutidos; que ya se pueden encontrar en supermercados y restaurantes, y que se están afianzando como una alternativa a la carne animal.

BENEFICIOS

Alimentar a la humanidad futura va a ser uno de los grandes retos por resolver. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que la demanda de alimentos se duplicará en tan sólo cuatro décadas, debido a la explosión demográfica. Lo que parece claro es que los sistemas actuales de producción se antojan insuficientes para satisfacer esa demanda.

Al mismo tiempo, la actual cría intensiva de ganado tiene un fuerte impacto ambiental, convirtiéndose en una de las principales causas de las emisiones de CO2. Aquí entran de lleno en otro de los grandes retos que la humanidad tiene por delante (y éste ya se está viviendo en el presente): el cambio climático.

La producción de carne sintética paliaría significativamente algunos de los grandes problemas medioambientales que lleva acarreada la cría intensiva de ganado, como el sufrimiento animal, la sobreexplotación de la tierra y el agua, las emisiones de metano, la deforestación, los fertilizantes, los pesticidas, los combustibles fósiles…

Otro de las grandes cuestiones que ayudaría a combatir sería la del abuso de antibióticos y su consecuencia más letal: las bacterias resistentes. Las previsiones más pesimistas indican que, en pocas décadas, las bacterias resistentes a antibióticos causarán más muertes que el cáncer. INVDES

FRANKENBURGUER

En 2013 se presentó la primera hamburguesa creada en laboratorio. La bautizaron con el nombre de Frankenburger (en alusión a Frankestein), y fue desarrollada por la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos

El costo de desarrollo de la Frankenburger fue de más de 6 millones de pesos

El trozo de carne, de 142 gramos, fue cocinado por un chef profesional británico con aceite de girasol y mantequilla. Los que la probaron coincidieron en que la consistencia era muy similar a la de la carne, pero le hacía falta más sabor

Su creador, el científico neozelandés Mark Post, invirtió junto con su equipo seis semanas en confeccionar su hamburguesa a partir de 20 mil minúsculas muestras de la carne de dos vacas y cultivada en laboratorio. Los investigadores le añadieron pan rallado, sal y huevo en polvo, así como jugo de remolacha y azufre para el color

Consciente del escepticismo que provocaría el proyecto, el cofundador de Google, Serguei Brin, la principal fuente de financiamiento del proyecto, explicó en un video que lo respaldaba por que la idea puede transformar el mundo

 
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