Un apapacho en El Gato Caf�

2019-08-17 20:17:23

Ronroneos. El espacio hace constante referencia a los gatos tanto en la decoraci�n como en las pinturas, todas intervenidas con motivos felinos. (Fotos: Grisel Pajarito)

Apapachar a sus clientes es la meta fundamental de El Gato Café.

Ubicado en el 833 de la calle Francisco I. Madero, en la colonia Americana, a un costado de la plaza del Expiatorio, este lugar ofrece a sus clientes la posibilidad de pasársela lo más cómodamente posible; tanto es así que se dice que algunos hasta gustan de ir en pijama a cumplir sus antojos.

El café nació en la Avenida Ávila Camacho, muy cerca del Country Club; sin embargo, la creciente demanda los llevó a buscar un nuevo espacio hasta llegar al sitio actual en 2012.

Junto con el cambio de sede también vino la idea de darle un sentido al nombre. El director del proyecto, Alberto Calderón González, explica que se decidió por nombrarlo El Gato Café para hacer referencia a la exigencia de sus comensales que, al igual que los mininos, puede ir de lo más sencillo a lo más extravagante.

“El nombre surge del objetivo que nos propusimos de satisfacer a los clientes más caprichosos, aquellos que les gusta consentirse con buena comida, chiquearse con buena música y espacios cómodos para descansar después de una jornada de trabajo o alguna otra de sus actividades. No había otro ser que nos pudiera conjuntar todo esto más que el gato, pues ellos también buscan refugiarse en un lugar que sea como su casa”, explicó Calderón González.

Por si quedara alguna duda, el espacio hace constante referencia a los gatos tanto en la decoración como en las pinturas, todas intervenidas con motivos felinos.

Un menú más extenso

El menú es otra de las piezas centrales del lugar. Es “muy caprichoso”, lo describe Calderón González, pues de ir de una oferta de bebidas y postres, se agregaron botanas y platillos más elaborados.

En su elaboración “se trató de cubrir las necesidades y los gustos de nuestros clientes más frecuentes; tuvimos la necesidad de empezar a ofrecerles en el menú algo más qué probar. Comenzamos con pequeñas botanitas para pasar el rato y fue tanto el éxito de la sazón y el amor de unas quesadillas, que nos empezaron a pedir platillos más elaborados”.

Actualmente el menú abarca alrededor de 30 páginas, más 30 tipos de postres y una carta de vinos, aperitivos o digestivos. Cada sección tiene su especialidad.

En cuanto a bebidas, El Gato Café maneja algunas de la autoría de sus especialistas, tal es el caso del Minino 43, que es un postre con licor y algunas otras que llevan toques misteriosos y exclusivos.

“Siempre tratamos de mejorar la receta general y personalizarla con nuestros toques”, señaló el director del proyecto.

Agregar cortes finos de carne de res es el próximo objetivo en el El Gato Café.

Las sucursales, en cambio, no están en los planes, pues se prefiere atender como es debido a los clientes de esta única sede y cumplir con cada una de sus exigencias.

Calderón González mencionó que las fiestas de aniversario son toda una experiencia de confort, por lo que se ofrecen como un regalo seleccionado sólo para sus mejores clientes.

El director de El Gato Café describió a este lugar como algo único, que le ha permitido conocer a gente especial.

“Esto me significa todo. Aquí he conocido muchas personas que empezó siendo mis clientes y ahora son mis amigos, hay colaboradores que se han vuelto familia y es una nuestra forma de vivir”, concluyó.

El Gato Café maneja bebidas de la autoría de sus especialistas, tal es el caso del Minino 43, que es un postre con licor.

Camilo, el gato de la casa

Camilo fue el primer gato que llegó al café. Pronto se convirtió en el personaje central del lugar y el consentido de clientes y trabajadores.

¿Su especialidad? Regalarle a los asiduos a El Gato Café un parte de su tiempo acompañándolos en las mesas.

“Camilo gozaba haciéndole compañía a los clientes. Todos los negocios tienen un despegue lento y difícil; aquí no fue la excepción, por lo que una vez bromeando con el gato le dijimos: ‘¡Oye!, no está saliendo para tus croquetas, así que salte a la calle y trae clientes’. Curiosamente entendió, se salió y se sentó a la entrada. Cuando pasaban las personas e intentaban acariciarlo, el gato se metía un pasito cada vez más al restaurante hasta que las sentaba en una mesa y, ya al ver el lugar, preguntaban por el menú y se quedaban a comer. El gato los acompañaba unos cinco minutos y luego regresaba a la puerta a hacer su labor”, narró el director.

A pesar del cariño que se ganó en el vecindario, Camilo fue envenenado.

Sin embargo, después de él vinieron otros cinco gatos. Algunos se han marchado o sufrieron accidentes, por lo que de momento El Gato Café no cuenta con mascotas.

Un momento de chiqueos

Martes a jueves: 14 a 23 horas

Viernes y sábado: 14 a 1 horas

Domingos: 14 a 24 horas

Lunes: Cerrado

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