De estigmas e insensateces�

2019-11-07 23:09:51

En 1984 se publicó la primera edición del libro La marcha de la locura, de la historiadora Barba W. Tuchman, quien hace la siguiente pregunta: “¿Por qué quienes ocupan altos puestos actúan, tan a menudo, en contra de los dictados de la razón y del autointerés ilustrado? ¿Por qué tan a menudo parece no funcionar el proceso mental inteligente?”. Para dar respuesta a este cuestionamiento presenta una serie de ejemplos de la historia de la humanidad que dan muestra de algunas decisiones de los gobiernos calificadas como insensatez. 

También argumenta que estas decisiones absurdas y carentes de racionalidad se dan en un contexto histórico; esto es, que deben ser percibidas como “contraproducente en su propia época, y no sólo en retrospectiva”. Esto es, al ejemplificar este fenómeno con experiencias de otras épocas, se debe asegurar no analizar aquellos casos desde la óptica contemporánea, sino –asegura Tuchman– debe hacerse desde la perspectiva de ese tiempo, porque “toda política está determinada por las costumbres de esa época”. Para reforzar su argumento, cita al historiador inglés Denys A. Winstanley, quien afirma que “nada es más injusto que juzgar a los hombres del pasado por las ideas del presente. Dígase lo que se diga de la moral, la sabiduría política ciertamente es variable”, o viceversa. 

Esto viene a colación por al menos dos actitudes asumidas por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO): una, frente a la fallida/inexistente estrategia de seguridad pública (a 11 meses de asumir el poder, pidió un año más para ver resultados) y, por otro lado, la actitud asumida ante los periodistas. 

Con respecto al primer punto, tan no se ven los resultados positivos de la estrategia ante la violencia del crimen organizado (“abrazos, no balazos”), que la realidad le estalla en la cara (familia LeBarón, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Tamaulipas) y aun así afirma que va bien. Tuchman argumenta que los políticos distorsionan la realidad hasta el punto patológico, y agrega que “la testarudez, fuente del autoengaño, es un factor que desempeña un papel notable en el gobierno. Consiste en evaluar una situación de acuerdo con ideas fijas preconcebidas, mientras se pasan por alto o se rechazan todas las señales contrarias. Consiste en actuar de acuerdo con el deseo, sin permitir que nos desvíen los hechos”. 

Por otro lado, con respecto a su relación con la prensa, ante la pregunta de Silvia Chocarro (Artículo 19) en la conferencia de prensa matutina de si se comprometía a evitar un lenguaje que estigmatice el trabajo periodístico, respondió que nunca ha “utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas”. 

Las evidencias dicen lo contrario; se ha referido a los periodistas y el periodismo con los siguiente calificativos: “el hampa del periodismo”, “propaganda”, “chayote”, “prensa fifí”, “fantoches”, “conservadores”, “sabelotodos”, “hipócritas”, “doble cara”, “prensa vendida, alquilada”, “pasquines”, “mostraron el cobre”, “prensa inmunda”; del diario Reforma: “… es un periódico de oposición… un periódico conservador”. O cuando, visiblemente molesto, expresó que los periodistas “muerden la mano a quien les quitó el bozal”; y cuando intenta corregir afirma tenerle respeto a los perros (¡no a los periodistas!). La libertad de expresión no es una dádiva, es una conquista. 

AMLO se justifica alegando que los periodistas son sus adversarios (no enemigos). Sin embargo, no lo son porque los periodistas y los políticos son dos categorías diferentes. Sus adversarios y enemigos son los políticos de oposición que intentarán, en futuras elecciones, derrotarlo en las urnas y arrebatarle el poder. 

Los periodistas no van a contender contra él ni contra su partido o su movimiento (claro, también existen algunos periodistas a sueldo ligados a grupos de poder). Considero peligroso estigmatizar a los periodistas en un país donde, de 2000 a la fecha, han sido asesinados 131 (11 en lo que va de este sexenio). Quienes sí están estigmatizados son los políticos, los peor calificados por los ciudadanos cuando se evalúan las instituciones de México. 

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