Am�rica Latina�

2019-12-08 20:09:04

Nuestra comarca del mundo, digo nuestra por que pertenezco a ella, hoy llamada América Latina se especializa en perder. Somos el mejor servicio para satisfacer necesidades ajenas. La región se conforma por estados (mayoritariamente fallidos) con esquemas que satisfacen el apetito extranjero, es tan notorio que pareciese un componente de nuestra cultura. 

Latinoamérica es un mundo en conflicto, las protestas en Chile, Bolivia, Perú, Brasil y Colombia (sin olvidar que Venezuela se desangra día con día) parecen reacciones puntuales a gobiernos fallidos. Sin embargo, no considero que sea así, son consecuencias de una cultura de explotación social que hoy se manifiesta por qué los cuentos y promesas ya no alcanzan. Es decir, no es culpa del gobierno en turno (exclusivamente) son efectos de causas históricas. 

Hemos existido sobre la falacia que argumenta que el subdesarrollo sería una etapa transitoria que quedaría atrás sí, y sólo sí, seguíamos las recetas extranjeras. Cegados por la mentira tenemos a los ciudadanos en las calles, con frustración, sin trabajo y le esperanza extinguida. El viraje de izquierda a derecha, y viceversa son síntomas de impotencia, las democracias latinoamericanas son votadas con odio y resentimiento más que con esperanza.  

Aquellos candidatos que levantan las manos por su victoria en las urnas pecan de ingenuos, los votantes no los pusieron ahí por ser la mejor opción, están ahí porque todos han fallado y no les queda más que apostar por “lo diferente”, por una alternativa de explotación. No obstante, sabemos el final: porcentajes de crecimiento por debajo de 4 por ciento, más violencia, menos empleo y la retórica de siempre “el otro”, “el de en frente” tiene la culpa.  

No es mi intención caer en un pesimismo angustiante y absorbente. Creo, o al menos todavía, que las cosas se pueden hacer distintas.  

Se tiene que apostar por las políticas de incentivos y contra-incentivos, la única manera de que las cosas funcionen es moviéndonos hacia nosotros mismos. Por último, espero desde mi ingenua esperanza que estas protestas nos sirvan para despertar, dejar atrás el servicio ajeno y convertirnos en nuestros propios meseros y comensales.  

América Latina, especialicémonos en ganar.   

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jl/I

 
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