Infamias de 2019�

2020-01-09 06:00:00

Es una tradición política que, iniciando un nuevo año, se hagan especies de balances de los sucesos sociopolíticos que desde donde cada quien mire les encontremos o les atribuyamos significados no sólo para explicar el año que concluye, sino porque, además, marcan algunas tendencias que podrían mantenerse durante el año que recién inicia. 

Así, desde la perspectiva de las protestas y resistencias a los procesos de acumulación capitalistas y a la destrucción de las posibilidades para la reproducción de la vida digna, ¿cuáles podrían ser algunas líneas de balance? 

Encuentro tres vetas de acciones de protesta, resistencia y creación social que, en general, convergen en lo que ahora se pueden nombrar como acciones sociales en defensa de la vida. Me refiero a que durante 2019, no obstante la persistencia de la guerra y los asesinatos de muchos activistas, o quizá por ello, también persistieron y de alguna manera se potenciaron las acciones y los procesos organizativos, 1) en defensa de los territorios y los bienes naturales comunes en ellos contenidos, 2) las múltiples protestas que realizaron las mujeres para manifestar su ¡ya basta! contra la violencia, los feminicidios y el acoso machista, y 3) la lucha de los familiares, destacadamente las madres, de los miles y miles de personas desaparecidas, la mayoría jóvenes, mujeres y hombres. 

En general se puede afirmar que en el país y también en Jalisco estas tres tendencias se manifestaron de manera diferente, pero suficiente para seguir evidencias que a pesar de lo que se diga se mantiene la distancia entre la clase política en el poder y la sociedad en general. Gobiernos van y vienen, y esta separación no sólo no se mejora, sino que tiende a ampliarse. Se vive en mundos radicalmente diferentes. Este distanciamiento de manera particular se siente más profundo cuando nos referimos a los pueblos originarios, debido a que el capital, con el apoyo del gobierno, sigue autorizando a diestra y siniestra proyectos que destruyen, fragmentan y contaminan sus territorios y bienes comunes. No es extraño, por tanto, que las luchas anticapitalistas las sigan protagonizando los pueblos. 

El capital al destruir la naturaleza elimina bienes naturales que permiten que muchos pueblos puedan reproducir la vida al margen del mercado y del mismo Estado. Si contaminan los cuerpos de agua, ya no se puede pescar en ellos; si destruyen cerros y montañas y si las tierras que antes eran de propiedad social (ejidales y comunales) son incorporadas al mercado de la tierra, entonces, en los lugares donde antes la naturaleza nos ofrecía generosamente una diversidad de frutos y plantas comestibles, ahora lo que tenemos son viviendas, muchas de ellas deshabitadas o tierras arrasadas y contaminadas. 

La falta de alimento y el despojo del territorio han llevado, y ese es el objetivo, a que mucha gente no tenga otra opción, como sucede en las ciudades, que, para sobrevivir, deban depender de un ingreso paupérrimo que no se puede obtener con una jornada de trabajo, sino con varias y entre todos los miembros de la familia. Por ello, resistir y no vender la tierra; producir alimentos limpios para el autoconsumo; oponerse a la construcción de plantas termoeléctricas, hidroeléctricas y a todo tipo de industrias extractivas se han convertido en las luchas más radicales. 

La desaparición de personas, la localización de fosas clandestinas, así como los feminicidios que han alcanzado cifras alucinantes, son prácticas infames que enfatizan la degradación del sistema por el hecho de haber convertido los cuerpos en mercancía y fuerza de trabajo esclava. Y frente a este drama y desastre social, es impresionante, aunque ya tampoco sorprende, la impasibilidad e insensibilidad gubernamental. 

Ninguno de estos tres temas que han concitado la movilización, la protesta y los procesos organizativos sociales son prioritarios para los gobernantes en ninguno de los tres niveles. Y al no atenderlos debidamente seguirán siendo motivos para que durante 2020 sigan siendo los campos de batalla, pero también los motivos para la construcción de otras subjetividades sociales. 

jl/I

 
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