Reconfigurar la�seguridad�

2020-02-09 06:00:00

La depuración y profesionalización de las corporaciones policiales no han ocurrido como se pretendía con la implementación de los exámenes de control de confianza. 

No podemos decir que todas estén infiltradas por el crimen organizado, pero sí lo están muchas de ellas. También cuentan entre sus filas con algunos elementos corruptos o que han participado en actos criminales que muchas veces no son denunciados o conocidos hasta que sucede algo extraordinario como, en algunos casos, la ejecución del agente. 

Es más, en el nivel más básico, el estereotipo del policía rechoncho y poco ágil se reproduce en muchas ciudades de todo México, abarcando a una parte significativa de los servidores públicos dedicados a la seguridad. 

La labor tiene un componente crucialmente físico para la mayoría de los policías que se desempeñan patrullando las calles, vigilando edificios, resguardando multitudes. No es que todo el tiempo estén corriendo o viéndose físicamente desafiados por las circunstancias, pero sí deben estar preparados para responder de manera inmediata en el momento que se necesite su intervención como representantes de la autoridad para salvaguardar derechos fundamentales como la vida, la propiedad o la libertad. También hay personal dedicado a labores de inteligencia, pero de la misma manera sería posible que en algún momento tuvieran que intervenir en alguna circunstancia que se presente. 

Recientemente, hay corporaciones que han adoptado un enfoque de promoción de la salud entre sus elementos, pero no es suficiente. De unos años para acá la selección de elementos para ingresar a la academia policial en los municipios más poblados del área metropolitana de Guadalajara se ha vuelto más rigurosa en todos los aspectos, empezando por el físico. Sin embargo, las filas de esas instituciones tienen un componente preponderantemente veterano, policías con años de experiencia y kilos de más. 

En un nivel más allá de lo físico, uno de los primeros retos era instaurar el certificado único policial en los policías de todo el país para acreditar, al menos, los conocimientos básicos en lo teórico, en lo práctico y en lo táctico, pero la mayoría de las instituciones no han logrado certificar a las personas que las conforman, sobre todo en las fuerzas de policía estatales y de municipios que no corresponden a las ciudades principales, sino a pueblos de entornos mayoritariamente rurales. 

Es en ese tipo de corporaciones donde prevalecen, por ejemplo, carencias en equipo y armamento, salarios poco dignos, horarios desgastantes, falta de capacitación, vehículos viejos, personal insuficiente. 

Si el federalismo extremo practicado en materia de seguridad pública, pese a la supuesta acciones coordinadas de los tres niveles de gobierno, hasta ahora no ha dado resultados suficientes y homogéneos, en tanto que la Guardia Nacional no termina de cuajar y constituirse como una institución sólida y respetuosa de los derechos humanos, ni mucho menos civil, sería tiempo de que gobernantes y legisladores buscaran un modelo propio y acorde a las necesidades específicas de nuestro país, no esquemas adoptados de otras naciones con problemas y características distintos. 

El Estado necesita reconfigurar la concepción que tiene de sí mismo y de la seguridad que hasta ahora no ha logrado garantizar para los ciudadanos. Parte de este replanteamiento significa buscar la forma de que todos aquellos que actualmente conforman las fuerzas policiales cuenten con características mínimas homogéneas, además de establecer altos estándares para quienes se incorporen posteriormente y condiciones laborales competitivas para atraerlos. 

Twitter: @levario_j

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