Loter�a de la pandemia

2020-04-23 06:00:00

La botella. Las productoras de bebidas alcohólicas cerraron, y por un momento hubo compras de pánico. Pero no se trata de alcoholismo en realidad, sino de extrañar aquellas pequeñas satisfacciones que amenazan con detenerse en medio de la pandemia. Por extensión, salir con los amigos o la familia a echarse unos tragos, lo que antes de que esto nos sorprendiera se podía hacer en cualquier momento que el tiempo y los recursos nos lo permitieran.

El diablo. La salud mental. Qué difícil nos está resultando, a unos más que a otros, sobrellevar la carga emocional que significa el confinamiento. Ataques de pánico, problemas para dormir, o sí dormir, pero no descansar, no parar de limpiar, estar en extremo susceptibles, llorar a mares, comer apenas o hacerlo en exceso, mientras todo eso se refleja también en nuestra salud física.

La sirena. Decenas de teorías conspiranoicas inundan las redes sociales. El virus fue creado, las cifras no son ciertas, es un virus para que los ancianos mueran, en los cubrebocas ponen virus para que te contagies, las vacunas no sirven… los llamados de las organizaciones mundiales, los gobiernos y los científicos serios parecen apenas escucharse a través de todo este canto.

La escalera. En medio del desastre han saltado todo tipo de grupos de personas. Aquellas que, desde su comodidad y su benéfica circunstancia, pueden quedarse en casa y reprochar que otros, los menos favorecidos, los que están en condiciones difíciles, salgan todos los días a la calle a buscar sustento. Entre estos extremos, muchos peldaños que nos enfrentan a cada uno a una realidad distinta. Todos vivimos la pandemia de modo diferente.

El valiente. Cientos de negocios siguen operando. Dueños y empleados, cada quien a su manera, se la siguen rifando. Si no trabajan, no comen, pero también hay quienes, pudiendo tomar la decisión de cerrar, buscan las maneras de seguir. Mujeres y hombres que, con sus labores, permiten que otros puedan resguardarse. Repartidores de agua, recolectores de basura, choferes de transporte, quienes entregan pedidos, restaurantes pequeños y grandes, supermercados, farmacias, bancos, tiendas de abarrotes y de conveniencia…

El soldado. Sin haber sido declarado un estado de excepción, en el que, en palabras simples, se suspenden los derechos humanos con la intención de un bien mayor para la nación (artículo 29 constitucional), Jalisco ejecuta acciones de dudosa legalidad, haciendo que las medidas en torno al confinamiento sean obligatorias; de incumplirse, hay multas y hasta arrestos. Aun cuando la Constitución dice que cualquier mexicano que goce de sus derechos puede recorrer el territorio nacional sin ser molestado (artículo 11), el gobierno de Enrique Alfaro impidió la entrada a territorio estatal de varias personas que, a su consideración, podrían estar enfermas. Y así se acumularán ejemplos por lo menos hasta el 17 de mayo…

El músico. En contraste, hay quienes no entienden que éstos son momentos en los que el resguardo social es un asunto de vida o muerte. Salir de vacaciones, hacer fiestas y reuniones, juntarse en las unidades deportivas o aglomerarse en los jardines se convirtió en una constante el último mes. La falta de solidaridad y de consciencia también se refleja de esta manera. No es momento de festejar ni abrazar ni besar a nadie que no sea a las personas con quienes convivimos todos los días… y, la verdad, ni a ellas.

El corazón. Extrañamos a nuestros seres queridos. A nuestra familia, amigos y compañeros de trabajo. Hemos sacrificado actividades en espera de días mejores. Se nos apachurra el pecho cuando hablamos con nuestros padres o hermanos, nos salta la emoción al pensar que en algún momento podremos darnos todos esos abrazos y besos que llevamos un mes prometiendo. Tenemos la confianza en que en algún momento todo pasará y estaremos de nuevo con quienes habitan nuestra alma. Que así sea.

¡Lotería!

Twitter: @perlavelasco

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