En los tiempos de pandemia que vivimos se genera mucha confusión, pues somos bombardeados de noticias de todo tipo e intención. Abundan las fake news, los borregos periodísticos, la información sesgada o distorsionada. Las redes sociales han hecho que la abundancia de información, incontrolada, nos haga experimentar con fuerza no sólo la pandemia, sino también la infodemia. El estrés y la angustia causada por el exceso de información o la de origen no claro puede causar tanto o más daño que la propia epidemia.
Ante esta realidad, un grupo de comunicadores de la pastoral de la comunicación de Iglesia, a nivel nacional, elaboraron un documento con los criterios para una comunicación que transmita verdad y esperanza.
Entre los criterios se propone:
- Ejercer una actividad periodística desde una ética que ponga al centro a la persona y su dignidad. Se debe evitar ser mercenarios de la información y más bien comunicadores de la verdad y la paz.
- Evitar enfocarse en la persona que ha contraído la enfermedad y respetar la privacidad y derecho a la intimidad de los pacientes. Se debe pensar en el efecto que la nota periodística puede ocasionar a las personas o a las instituciones.
- Transmitir los hechos verdaderos y objetivos sobre la enfermedad para formar criterios de acción y sensatez, y no para infundir morbo o miedo.
- Verificar las fuentes citadas y recurrir a las instituciones oficiales que generan la información científica, exacta y objetiva.
- La información requiere formación, por eso los comunicadores deben conocer los fundamentos básicos de la epidemia. Se debe usar el nombre correcto de la enfermedad (Covid-19) y del virus (SARS-CoV-2).
- Se deben evitar titulares, fotos, gráficos o sobrenombres que generen miedo, estigmatización, discriminación o racismo. Dar a una epidemia el nombre de un lugar o país genera prejuicios y daños.
- La información también es prevención, por eso se debe informar con veracidad las medidas que previenen, contienen o mitigan la propagación de la enfermedad.
- Que el periodista utilice un lenguaje asertivo. Evitar los estereotipos o el uso de calificativos en los titulares que generen morbo o ansiedad. Evitar el dramatismo en el lenguaje y en los encabezados. Es mejor hablar de modo positivo y evitar etiquetar a las personas que han contraído el virus.
- Comunicar para la esperanza. Ante un panorama tan lleno de preocupaciones e incertidumbre, se debe promover un periodismo por la esperanza. Evitar ocultar información que puede salvar vidas, obligando al usuario a ir a su sitio web, canal, fan page o pagar para conocer la información detallada.
- Traducir el lenguaje técnico para el público o usuarios. La labor de concientización y prevención tiene mejor resultado si el lenguaje es comprensible para todos los receptores.
- Contar historias de recuperación y de superación social para inspirar aliento y no desolación.
- Cuide su salud. Un periodista enfermo se convierte en un riesgo en potencia para quienes lo rodean o entrevista. Utilice las opciones virtuales o telefónicas para realizar su trabajo y reduzca el riesgo de exposición al contagio.
Ante esta realidad, este elenco de criterios de acción y discernimiento tiene la finalidad de que la actividad comunicativa en medios de comunicación y en las redes sociales sirva como instrumento de humanización y construcción de verdad que oriente al hombre hacia el bien común y un ambiente de comunicación veraz.
Tener información clara, oportuna y veraz es vital para las comunidades y personas que están viviendo distintas situaciones en esta pandemia.
jl/I
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