George Floyd o la met�fora de la indefensi�n

2020-06-01 06:00:00

George Floyd fue un afroamericano que contaba con 46 años y, por el intento de pagar con un billete falso de 20 dólares, cayó en manos de la Policía de Minneapolis que realizó una intervención de excesiva fuerza policiaca. Se trató además de un evento a la luz pública y frente a una ciudadanía que, en este momento, comienza a salir del aislamiento social que tuvo lugar durante varias semanas a causa de la emergencia sanitaria del coronavirus. 

El policía Derek Chauvin sometió al sospechoso derribándolo al suelo y colocando su rodilla sobre el cuello, en una imagen captada por algún ciudadano y que ha dado varias vueltas al mundo, particularmente en el de las redes sociales, con una sensación de un acto carente de justificación, con una clara expresión de indefensión frente a una estructura policial que normalmente debería representar a la fuerza de contención del Estado. 

La brutalidad, por un lado, y la indefensión, por otra parte, constituyen no solamente un evento trágico, sino una compleja metáfora de un estado de cosas con el que ciudadanos de todo el mundo se han sentido, no solamente identificados, sino interpelados, generando una respuesta que, al margen de los motines que se han dado en varias ciudades de los Estados Unidos, el tema de relevancia replantea no solamente la agresión o la trama de las brechas raciales no superados en el horizonte norteamericano, sino la indefensión del ciudadano en un Estado descontrolado. 

En un mensaje a través de Twitter, el jefe de la policía de Miami expresó: “No defiendan lo indefendible, no intenten justificar lo injustificable o de perdonar lo inexcusable. George Floyd hoy debería estar vivo”. 

La sensación de injusticia y la respuesta ciudadana han alcanzado niveles no previstos. La Casa Blanca tuvo que apagar sus luces y establecer un protocolo específico de seguridad, en este fin de semana, para el presidente Donald Trump quien, contrariamente a su costumbre, se ha mantenido en un nivel de muy bajo perfil, casi en el silencio. 

Se percibe un agotamiento social de gran volatilidad en esta fase de reactivación económica, que ha sido profundamente afectada por las estrategias de contención del Covid-19. Al igual que en todo el mundo, la gran cantidad de información, de mensajes, de cifras y de actores políticos tomando decisiones no estructuradas, como se ha visto en las controversias entre las políticas federales y las respuestas de los estados, con ya varias semanas de duración, plantean un estado de gran tensión ciudadana y de encontrarse en límites muy estrechos de paciencia. 

Por otra parte, no hay que olvidar que, a pesar de la contingencia, avanza el proceso electoral que, de no haber modificaciones sustanciales, tendrá lugar en noviembre. 

La correlación de escenarios de crisis se conjuntó en Estados Unidos. Por una parte, la compleja y profunda crisis sanitaria, con una tardía respuesta gubernamental. La derivación en una crisis de desempleo que no logra establecer un mecanismo de resolución, salvo el hecho de que, al margen de las razones médicas y epidemiológicas, se comienzan a retomar las actividades laborales, pasando por alto las recomendaciones de sostener la contención. Y ahora, la muerte de George Floyd que representa la imagen metafórica de un ciudadano que no solamente se siente desprotegido por el efecto de las otras crisis, sino agredido por la policía, la fuerza del Estado, en un acto carente de sentido. 

Es importante observar el estado de ánimo estadounidense y la forma de sobrellevar la crisis de representación política y de establecimiento de políticas tendientes a atenuar esos efectos, porque el horizonte social y económico se encuentra comprometido, y no se trata solamente de Estados Unidos, sino de los efectos regionales, de los cuales somos parte esencial. 

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